Publicada: lunes, 24 de noviembre de 2025 0:02

Australia registra a Press TV bajo el esquema FITS, un movimiento que va más allá de la ley, buscando controlar narrativas globales y etiquetar a los medios iraníes.

Por: Sheida Eslami *

A primera vista, la reciente acción del Departamento del Fiscal General de Australia para registrar a Press TV bajo el Esquema de Transparencia de Influencia Extranjera (FITS, por sus siglas en inglés) parece ser un procedimiento administrativo en el marco de la ley australiana.

Sin embargo, en realidad, se trata de un movimiento multicapas que va más allá de los protocolos regulatorios y, a nivel estratégico, constituye una de las señales claras de la decisión de los bloques mediáticos occidentales de “gestionar las narrativas globales”.

Este movimiento es una continuación de las presiones en varias etapas contra los medios de comunicación independientes y alternativos, y aquellos no alineados con Occidente, presiones que durante años han oscilado entre sanciones de la Unión Europea (UE) y del Departamento del Tesoro de EE.UU., incautaciones de dominios y bloqueos de cuentas de plataformas dirigidos contra Press TV.

Por lo tanto, el registro en FITS no debe considerarse como una declaración de “transparencia”, sino como una forma de etiquetado político bajo el disfraz de la ley, un movimiento que intenta catalogar a los principales medios internacionales de Irán como una entidad de influencia extranjera, socavando así la legitimidad de su operación.

Según la lógica de este esquema, la transparencia aparentemente previene la influencia política infundada. Pero cuando un medio internacional como Press TV está involucrado, un medio que fundamentalmente no tiene oficina, representante ni periodista registrado oficialmente en territorio australiano, y cuyo ciclo de toma de decisiones ocurre en Teherán y no en Canberra, surge la pregunta fundamental: ¿transparencia sobre qué?

¿Sobre qué base se incluye una red, que está muy fuera de la jurisdicción legal australiana, en un esquema cuya condición principal es “actividad documentada dentro del territorio australiano”?

La respuesta a esta pregunta va más allá de los límites legales y debe buscarse en la lógica geopolítica del control narrativo, donde cada voz diferente de la narrativa oficial occidental —incluso si es independiente y profesional— se interpreta como una amenaza, no como un activo mediático global.

La ley FITS fue originalmente diseñada para evitar la injerencia abierta de gobiernos y políticos extranjeros en los asuntos internos de Australia.

Según el texto de la ley, las personas o entidades sujetas a registro son aquellas que tienen una "presencia operativa" en Australia, están efectivamente dirigidas por una entidad principal extranjera y operan con el objetivo de influir en las decisiones gubernamentales o en la opinión pública.

El informe oficial del Comité Conjunto de Inteligencia y Seguridad del Parlamento de Australia (PJCIS, por sus siglas en inglés), publicado en marzo de 2024, reconoció que desde su implementación, el esquema ha sufrido “fallos estructurales” y que su aplicación ha estado “casi exclusivamente centrada en China”.

El informe expresó su preocupación por la exclusión de países como Irán y Rusia del alcance del esquema, a pesar de que no ha habido evidencia sólida, coherente e imparcial que demuestre la presencia operativa de países como Irán o Rusia en Australia.

 

El comité advirtió al gobierno en el mismo informe que “un esquema con resultados tan limitados no proporciona ningún beneficio más allá de crear una carga administrativa para los actores que cumplen con la ley”, e insistió incluso en que el gobierno debería registrar por la fuerza a algunas personas.

Tal declaración es altamente significativa: cuando el gobierno tiene el poder de registrar obligatoriamente a personas o entidades sin su consentimiento, la frontera entre el diseño legal y la voluntad política se borra efectivamente.

En cuanto a Press TV, exactamente esta frontera invisible ha operado, porque no se ha divulgado ninguna razón oficial ni documentada para incluir a la cadena en FITS desde el anuncio oficial.

Press TV ni tiene oficina en Australia, ni empleados locales o contratos de trabajo con individuos u organizaciones australianas, ni se ha reportado ninguna actividad dirigida a influir en el entorno interno de Australia.

El contenido de la cadena, en términos de cobertura informativa y programación, juega un rol regional (dado su enfoque en los desarrollos de Asia Occidental) o internacional (cubrimiento de América, Europa, etc.), pero no uno local. Desde esta perspectiva, el movimiento de Australia es infundado e ilógico, y en realidad tiene un significado político: la inclusión simbólica de Irán en la lista de estados acusados de influencia mediática extranjera en dominios de habla inglesa para avanzar en las agendas de control de Australia.

La Agencia de Noticias Tasnim, en una nota publicada el 22 de noviembre de 2025, señaló que todos los recursos informativos de Press TV provienen de una red de periodistas independientes en todo el mundo y que la cadena no tiene la misión de influir en las estructuras políticas de países, específicamente Australia.

Esta característica distingue a Press TV de los medios de comunicación estatales clásicos. Su misión no es la propaganda, sino reflejar perspectivas no occidentales en el escenario internacional.

Sin embargo, los últimos años han demostrado que para los gobiernos occidentales, el concepto de “no occidental” se equipara a “influenciado por estados rivales”.

De hecho, las agencias de seguridad occidentales han pasado de la “revisión de contenidos” a la “lectura de intenciones políticas”, y cualquier medio que desafíe su narrativa dominante – desde periódicos críticos con la guerra en Ucrania hasta los medios pro-Resistencia – son fácilmente clasificados como influencia o interferencia extranjera.

Desde una perspectiva mediática, el FITS de hoy no está diseñado para prevenir la influencia, sino para regular plataformas de narrativa; un sistema en el que Occidente habla desde el centro, y los demás deben hablar solo con permiso.

Este “ingeniería narrativa” tiene múltiples consecuencias. A nivel legal, la confianza pública en la imparcialidad de los organismos reguladores disminuye. Los ciudadanos australianos observan numerosos casos relacionados con empresas, grupos de presión e influencias políticas dentro del país que han sido dejados sin respuesta o archivados en silencio, mientras que la atención permanece sobre países como China, Rusia y ahora Irán.

Desde el punto de vista del público, esta situación crea una imagen de “politización de la ley”.

A nivel interno, FITS se suponía que debía traducir la transparencia, pero el comportamiento del gobierno australiano lo ha convertido en una herramienta de presión política, una herramienta que ha entrado en el campo de batalla de las narrativas a través de medios legales y, con el lenguaje suave de la diplomacia, ha reemplazado el argumento con la acusación.

A nivel mediático, esta decisión es parte de un proceso más largo de control sobre los medios independientes.

Primero, se detuvo el acceso de Press TV a la transmisión satelital a través de YouTel. Luego, se cerraron sus cuentas oficiales en redes sociales por razones llamadas de "seguridad". Después de eso, su dominio .com fue incautado por el Departamento de Justicia de EE. UU.

Ahora, su inclusión en el sistema FITS de Australia es un nuevo eslabón en la misma cadena. Esta campaña de presión dirigida muestra que bloquear a los medios disidentes ya no es una reacción dispersa, sino una estrategia coherente y coordinada entre los gobiernos occidentales: desde las regulaciones de transparencia en Australia hasta las leyes anti-influencia en Canadá y la inclusión de los medios estatales en listas negras en la Unión Europea.

En todos estos casos, términos oficiales como libertad, transparencia e inmunidad contra la interferencia extranjera enmascaran una realidad políticamente prejuiciada.

Es relevante señalar que simultáneamente con esta decisión, los informes y programas de los medios israelíes expresaron una creciente preocupación por la audiencia en expansión de Press TV.

Un informe del Canal 14 de Israel, en el verano de 2025 y justo un mes después de la guerra de agresión de Israel contra Irán de 12 días, declaró: “Press TV actúa más allá de los medios tradicionales y se ha convertido en una verdadera arma en la guerra de las narrativas. Usando el idioma inglés, ha sido capaz de transmitir los mensajes y narrativas de la República Islámica a un nivel más allá de sus fronteras internas”.

Tales reacciones indican que la difusión del contenido de Press TV tiene influencia más allá de las fronteras de Oriente y Occidente, y quizás precisamente por esta razón, los esfuerzos por restringirlo se han intensificado.

Press TV ya no es un asunto de un solo país. Es un asunto de una narrativa global: una narrativa que busca justicia y que pasa por la censura y, a pesar de las restricciones, encuentra su audiencia global.

 

Desde la perspectiva de Irán, este comportamiento debe analizarse junto a las nuevas sanciones contra los sectores de misiles y defensa de Irán; porque en los últimos años, junto con las sanciones ampliadas por EE.UU., la Unión Europea y otros contra Irán, el gobierno australiano también ha añadido en varias ocasiones a funcionarios y entidades iraníes a su lista de sanciones, siendo la última hace solo unas semanas.

Desde este punto de vista, tanto las sanciones técnicas como las restricciones mediáticas siguen la misma trayectoria: debilitar el poder representacional de Irán. En un caso, se utiliza la dura herramienta de la eliminación; en el otro, el lenguaje suave de la restricción, pero el resultado es el mismo: la negación del derecho a narrar.

En tal contexto, registrar a Press TV en FITS continúa el patrón conductual dual y marca un nuevo paso en la ingeniería de la opinión pública global contra la independencia de los medios iraníes.

Frente a tal marco, el tipo de respuesta de Press TV es más importante que el evento en sí. La experiencia pasada demuestra que, a pesar de todas las restricciones, esta red no solo ha resistido, sino que ha expandido su alcance en plataformas alternativas y ha reconstruido su producción informativa en un espectro lingüístico más amplio.

Ahora es necesario que la mera defensa dé paso a una acción legal y narrativa agresiva, utilizando los conceptos dentro del propio FITS para cuestionar el comportamiento selectivo que lo gobierna y hablar sobre la contradicción entre la “supervisión” y la “censura” en las leyes occidentales de libertad de expresión. Esta acción será defensiva en su contenido y ofensiva en su discurso.

En general, el evento FITS debe verse como una señal de transformación en la política mediática occidental: un cambio del lema de “libertad de expresión” hacia una estrategia de “control de acceso”.

La transparencia ya no significa mayor visibilidad, sino la eliminación de voces que “no dicen lo que debe decirse”. Este es el punto en el que Press TV trasciende la mera presencia mediática y se convierte en un actor en la narrativa global: un medio que, incluso cuando su nombre está en listas de advertencia, sigue vivo en la memoria de las audiencias internacionales porque es una voz desde otro lado del mundo, no un simple eco de Occidente.

En la lógica del poder blando, lo que finalmente permanece es la narrativa, no el nombre. Desde esta perspectiva, el FITS puede ser el último intento de controlar la forma, pero la sustancia de ninguna manera será domesticada por el camino narrativo occidental.

Press TV continuará su camino natural, no negando su presencia, sino estabilizando su significado en medio de la censura, así como cualquier medio vivo obtiene nueva vida a través de los ataques de la historia, no en el silencio.

* Sheida Islami es escritora, poeta, asesora de medios y crítica cultural con sede en Teherán.


Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.