Por: Thomas Babychan *
En el escenario de la geopolítica global, la infraestructura rara vez es neutral. El puerto de Chabahar, en el sureste de Irán, confirma esta verdad: un proyecto que es a la vez económico, estratégico y político.
Para India, Chabahar no es solo una instalación marítima, sino una llave para su prosperidad económica. Situado a apenas 1000 kilómetros del puerto de Kandla, en Gujarat, el puerto de aguas profundas ofrece a Nueva Delhi un corredor directo hacia Afganistán, Asia Central y Europa, evitando los puntos críticos de tránsito dependientes de Pakistán.
La reciente revocación por parte de la administración Trump de la exención de sanciones, que permitía a India operar el puerto desde 2018, constituye un recordatorio contundente de la disposición de Estados Unidos a instrumentalizar su hegemonía financiera para influir en las decisiones estratégicas de otras naciones soberanas.
La acción estadounidense no es un cambio de política aislado; representa un ejemplo de diplomacia económica coercitiva. Al revocar la exención otorgada bajo la Ley de Libertad y Lucha contra la Proliferación de Irán (IFCA, por sus siglas en inglés), Washington amenaza a las empresas estatales y privadas indias implicadas en Chabahar, con el riesgo de detener operaciones, desalentar inversiones y, de manera indirecta, aumentar la influencia china en la región.
No obstante, la historia y la experiencia comparada muestran que las sanciones, incluso cuando son impuestas por una superpotencia, no son insuperables. India ya ha demostrado su capacidad para sortear presiones extraterritoriales mediante arreglos financieros innovadores, salvaguardas institucionales y estrategias diplomáticas.
La cuestión clave es si Nueva Delhi aprovechará la oportunidad para diseñar un marco que haga ineficaz la coerción externa, preservando a Chabahar como una arteria económica y un instrumento geopolítico. Los intereses en juego van mucho más allá de consideraciones comerciales.
Chabahar constituye una prueba de la soberanía económica de India, de su previsión estratégica y de su capacidad para moldear la dinámica regional sin ceder control a actores externos. Si India sucumbe a la presión, corre el riesgo de perder un importante bastión estratégico frente a sus rivales regionales, al tiempo que pone en evidencia los límites de su política exterior independiente.
Por el contrario, una estrategia resistente a las sanciones no solo protegería Chabahar, sino que también reafirmaría la posición de India como actor decisivo en Eurasia, capaz de resguardar sus ambiciones económicas frente a interferencias extraterritoriales.
Chabahar se ubica estratégicamente en la costa de Makrán, fuera de las congestionadas aguas del estrecho de Ormuz. Su utilidad radica en ofrecer a India acceso a Afganistán y Asia Central, evitando la dependencia de los corredores paquistaníes.
La carretera de 218 kilómetros construida por India entre Zaranj y Delaram en Afganistán demuestra cómo la infraestructura puede traducirse en influencia geopolítica. Desde este corredor, las exportaciones indias —maquinaria, productos farmacéuticos o arroz— pueden llegar a los mercados de Asia Central con eficiencia, mientras que las importaciones de petróleo crudo, petroquímicos y minerales estratégicos se realizan sin intermediarios paquistaníes.
El valor económico de Chabahar se ve reforzado por su integración en el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC, por sus siglas en inglés), una red multimodal que conecta India e Irán con Rusia y Europa del Norte, reduciendo los tiempos de envío en aproximadamente quince días frente a las rutas tradicionales por el canal de Suez.
Esta eficiencia logística posee un enorme valor comercial, pero también constituye un seguro geopolítico: al ofrecer rutas alternativas, India reduce su vulnerabilidad frente a los caprichos políticos de estados vecinos y potencias externas. Sin embargo, la revocación de la exención de sanciones amenaza con socavar estos beneficios. Sin protección legal, los operadores indios podrían enfrentar medidas punitivas, limitando flujo de capital, despliegue tecnológico y volumen comercial.
Surgen entonces preguntas cruciales: ¿puede India diseñar mecanismos para mantener la continuidad operativa sin provocar represalias estadounidenses? ¿Es posible aislar a Chabahar del alcance extraterritorial de la ley estadounidense, al tiempo que se sostiene el crecimiento y la influencia regional?
La respuesta reside en una combinación de ingenio institucional, reestructuración financiera y diplomacia estratégica.
La relevancia estratégica de Chabahar se intensifica al compararse con el puerto de Gwadar en Pakistán, desarrollado por China bajo la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Mientras Gwadar expande la presencia marítima china, Chabahar ofrece a India una posición de contrapeso en el Golfo Pérsico, neutralizando parte de la influencia de Pekín.
El puerto, por tanto, no es solo un conducto comercial, sino una palanca geopolítica, una señal de que India puede ejercer influencia en áreas tradicionalmente dominadas por potencias externas. Las sanciones estadounidenses, al intentar limitar las operaciones indias, irónicamente refuerzan la ventaja china, evidenciando las contradicciones de la diplomacia coercitiva de Washington.
India cuenta con precedentes históricos y capacidad técnica para proteger Chabahar frente a sanciones impuestas por Estados Unidos. A lo largo de los años, ha realizado comercio petrolero con Irán mediante transacciones denominadas en rupias a través del Banco UCO, evitando el sistema basado en dólares y las medidas punitivas asociadas.
Estas estrategias muestran que la coerción económica extraterritorial, aunque intimidante, no es insuperable. Un enfoque deliberado y estructurado puede garantizar la autonomía operativa de Chabahar, protegiendo tanto la inversión como los objetivos estratégicos. Una de las principales vías consiste en la creación de instituciones financieras dedicadas, aisladas de la supervisión estadounidense.
Un banco de propósito especial, totalmente capitalizado por el Banco de Reserva de India o por un consorcio de bancos públicos, podría manejar los pagos comerciales en rupias con Irán, Afganistán y socios de Asia Central. Las transacciones evitarían el sistema de la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales (SWIFT, por sus siglas en inglés) y los intermediarios en dólares, limitando la exposición a la aplicación extraterritorial. India también podría integrar estos mecanismos con el Sistema de Mensajería Financiera del Banco de Rusia (SPFC), creando una red híbrida que reduzca la dependencia de la infraestructura financiera controlada por Occidente.
Paralelamente a la protección financiera, la independencia operativa puede asegurarse mediante una empresa estatal dedicada exclusivamente a Chabahar. Registrada legalmente en una jurisdicción neutral, dicha entidad podría operar en monedas distintas al dólar, realizar acuerdos de trueque y emplear socios logísticos privados para diversificar riesgos.
Existen precedentes históricos en la utilización de filiales offshore por parte de Rusia para mantener comercio con estados sancionados como Siria y Venezuela. India ha demostrado adaptabilidad similar mediante estructuras offshore durante sanciones previas sobre Irán.
Separando la responsabilidad operativa de entidades potencialmente expuestas, como India Ports Global Limited, India puede proteger las actividades centrales del puerto frente a acciones coercitivas. La participación del sector privado también juega un papel estratégico: conglomerados indios pueden ser incentivados a desarrollar operaciones logísticas, de almacenamiento y transporte vinculadas a Chabahar.
Al canalizar el comercio a través de centros en terceros países como Dubái (Emiratos Árabes Unidos) o Mauricio y establecer cuentas legales en depósito en garantía, las empresas privadas pueden protegerse de la aplicación de sanciones estadounidenses, cumpliendo al mismo tiempo con la legislación india. El pragmatismo comercial, combinado con la previsión legal, reduce la exposición a presiones extraterritoriales, mientras que la innovación tecnológica aporta una capa adicional de resiliencia.
La Interfaz de Pagos Unificada (UPI, por sus siglas en inglés) de India podría adaptarse para liquidaciones transfronterizas en rupias, integrada con sistemas como SPFS, creando una arquitectura comercial digital no basada en dólares. Aunque requiere inversión y coordinación internacional, esta iniciativa fortalecería la capacidad de India para comerciar independientemente de la supervisión estadounidense.
Mediante la combinación de salvaguardas financieras, operativas y tecnológicas, Chabahar puede continuar funcionando como conducto comercial y estratégico, independientemente de los cambios en la política estadounidense.
Este puerto estratégico ejemplifica un principio mayor: la soberanía económica es inseparable de la autonomía estratégica. Al construir instituciones, mecanismos de pago y marcos operativos que eludan las limitaciones impuestas por EE.UU., India puede mantener el control sobre sus iniciativas regionales.
No se trata de un simple ejercicio técnico; es una declaración política y económica, que señala que India no subordinará sus imperativos estratégicos a la coerción financiera de potencias externas. Las implicaciones trascienden a India: para Afganistán y las repúblicas de Asia Central, Chabahar ofrece rutas comerciales alternativas, reduciendo la dependencia de Pakistán y la vulnerabilidad frente a presiones coercitivas de cualquier actor.
El puerto actúa no solo como conducto de mercancías, sino como canal de agencia política, permitiendo a los estados regionales relacionarse con India e Irán sin atravesar barreras impuestas por Estados Unidos. Económicamente, constituye un modelo potencial para corredores comerciales resistentes a sanciones en un mundo donde la hegemonía financiera se utiliza como arma.
Las sanciones estadounidenses también revelan los límites del control económico hegemónico. Al apuntar a Chabahar, Washington corre el riesgo de socavar su propia credibilidad como socio, mientras fortalece la posición de China, que continúa expandiendo Gwadar y la red marítima conocida como “Collar de Perlas”.
Para India, esta asimetría subraya la necesidad de construir infraestructura económica autónoma y mecanismos financieros capaces de sostener proyectos independientemente de la coerción externa.
La innovación legal e institucional resulta crucial. India podría promulgar legislación doméstica análoga al Reglamento de Bloqueo de la Unión Europea (UE) protegiendo a las empresas nacionales frente a sanciones extraterritoriales. Los acuerdos bilaterales con Irán, Rusia y socios de Asia Central pueden formalizar canales comerciales no basados en dólares, mientras que un grupo de trabajo gubernamental dedicado ofrecería orientación sobre cumplimiento legal y mitigación de riesgos.
Al combinar medidas legislativas, institucionales y tecnológicas, India puede crear un marco multifacético que preserve la viabilidad operativa y el valor económico de Chabahar. Los riesgos son reales: la represalia estadounidense podría manifestarse en sanciones simbólicas, presión política o fricciones comerciales.
Los costos económicos son significativos, dado que la creación de bancos, empresas estatales e infraestructura digital requiere miles de millones en inversión inicial.
Sin embargo, la alternativa —renunciar a la agencia estratégica y ceder influencia a China— es mucho más grave. El balance de riesgos favorece claramente la institucionalización proactiva de mecanismos resistentes a sanciones.
En efecto, Chabahar se convierte en una prueba decisiva para la capacidad de India de navegar la intersección entre economía y geopolítica en un sistema global coercitivo. Obliga a Nueva Delhi a conciliar imperativos comerciales con estrategia soberana, capacidad tecnológica con diseño institucional y prudencia diplomática con independencia asertiva.
El éxito no solo preservaría comercio e inversión, sino que establecería a India como modelo para otras naciones frente a presiones extraterritoriales, demostrando que la coerción económica puede mitigarse mediante previsión, innovación y planificación estratégica.
* Thomas Babychan es periodista y analista comercial con base en India.
Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.