“Hay que pactar acuerdos con terceros países, sobre todo en África, pero también con Paquistán y Afganistán (…) para que quede claro que los que no tienen derecho a quedarse en Europa sean repatriados”, dijo ayer sábado la canciller alemana, reunida en Viena con jefes de Gobierno de los países balcánicos.
La declaración de Merkel contrasta con meses durante los que mantuvo contra viento y marea su política de apertura a la afluencia de refugiados procedentes de países en conflicto en África y el suroeste de Asia (Siria, en particular). El pasado día 4, el partido xenófobo Alternativa para Alemania (AfD, en alemán) adelantó por primera vez a los democristianos de Merkel en unas elecciones regionales.
Hay que pactar acuerdos con terceros países, sobre todo en África, pero también con Paquistán y Afganistán (…) para que quede claro que los que no tienen derecho a quedarse en Europa sean repatriados”, dijo ayer sábado en Viena la canciller alemana, Angela Merkel.
Más en su línea habitual (de rechazo) estuvo el premier húngaro, Víktor Orban, al reclamar “control total” de las fronteras de la Unión Europea (UE) y la anulación del actual embargo de armas a Libia para estabilizar el país frente al terrorismo y el contrabando de seres humanos.
Orban también abogó por una “gigantesca ciudad para refugiados” en Libia, donde se concentraría a los solicitantes de asilo en la UE a la espera de respuesta. El día 2 de octubre, Hungría organiza un referéndum sobre la aceptación de cuotas obligatorias de refugiados en el país.
La reunión de Viena, donde también estuvieron el premier griego, Alexis Tsipras, y el búlgaro, Boyko Borisov, tuvo lugar a pocos días de que la UE estrene, el 6 de octubre, un cuerpo multinacional de guardias fronterizos en la frontera búlgaro-turca que reemplazará a la agencia Frontex.
Además, de aquí a octubre la UE debería dejar de exigir visado a los ciudadanos de Turquía, según un controvertido acuerdo firmado en marzo para repatriar al país euroasiático a toda persona entrada sin documentos en Grecia, a cambio de aceptar regularmente en la Unión a un número de refugiados presentes en Turquía igual al de expulsados.
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