Eysenur Eygui, ciudadana estadounidense y activista humanitaria, fue asesinada el pasado septiembre por el terrorismo israelí cuando asistía a la siembra de los árboles de olivo en los territorios ocupados. Esta noche, desde Washington, Ahmed, su esposo, exige una justicia que nunca llega.
Más temprano, la familia de la joven tuvo una audiencia con el Secretario de Estado, Antony Blinken. Como cabía de esperar, el diplomático con lealtades sionistas falló en comprometerse a esclarecer el caso.
Vidas, familias y generaciones eliminadas del registro. Tal es la cotidianidad para el pueblo palestino. La memoria de sus mártires, sin embargo, permanece viva ante la historia.
Mientras la maquinaria imperial estadounidense y su extensión sionista se han dedicado a distraer y tratar de dividir al así llamado “Movimiento en solidaridad con Palestina en EE.UU.”, lo cierto es que las masacres y atrocidades israelíes han continuado en contra del pueblo palestino. Al mismo tiempo, han continuado también el flujo multibillonario de dólares manchados de sangre y los armamentos desde Washington hacia Tel Aviv.
Y es que para cada vez más estadounidenses, pareciera que el aparato estatal responde más a los intereses israelíes que a los intereses de ciudadanos. Es más, la evidencia apunta a que los poderes del estado norteamericano están comprados por los dineros sionistas.
Marcelo Ali Sánchez, Washington.
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