2022 concluye. En EE.UU. las grietas en el sistema dejan ver polarización social y actores que se benefician política y económicamente de la manipulación de la información y los derechos constitucionales.
Le erosión de los derechos de los votantes. Primer paso en generar una sociedad artificial que salió a las calles por Roe vs. Wade, la guerra en Ucrania y otros temas, pero que tácitamente relegó más derechos que otras generaciones.
Unas elecciones intermedias que ven el resurgimiento del trumpismo con viabilidad electoral, también ponen en manifiesto la falta de credibilidad de la clase política en el tema migratorio, los programas sociales, salud, infraestructura en decadencia, brutalidad policial en incremento, entre otros.
2022 concluye con un sabor amargo para la población estadounidense que esperaba profundos cambios socioeconómicos que nunca llegaron y mientras tanto el contexto de polarización social y política, así como la violencia de parte de las instituciones en contra de la ciudadanía persisten, dando pie a un cuestionamiento generalizado por parte de la población con respecto a sus mismas instituciones.
Algo que se visualizó durante las protestas contra el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial en Washington durante el curso de este año en contraste con un incremento del 40 % en el costo de vida.
Entretanto, la violencia armada dejó más de 40,000 muertos en el año más sangriento de la historia de la venta legal de armas de fuego y rifles de asalto.
Pareciera que 2022 es el “Año del Oligarca”, más de la mitad del presupuesto nacional está destinado al Complejo Militar Industrial, sector que domina proporcionalmente el proceso de toma de decisiones en Washington.
Por ello, no sorprende que en pleno siglo XXI el país que se autodenomina el paladín de la justicia y los DD.HH. es también el país que financia a uno de los regímenes más brutales de apartheid, la entidad sionista.
Marcelo Sánchez, Washington.
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