“Melania está contando cada minuto hasta que él esté fuera del Despacho [Oval] y pueda divorciarse”, ha reconocido este domingo la exasistente Omarosa Manigault Newman al diario británico Daily Mail, apenas 24 horas después de confirmarse la derrota no admitida por el mandatario republicano.
Desde que Donald Trump y su familia se mudaran a la Casa Blanca en 2017, su relación con Melania ha sido uno de los asuntos más controvertidos. Su esposa ha protagonizado varios momentos en los que se la podía ver incómoda y molesta con su marido, haciendo sonar todas las alarmas acerca de un posible divorcio.
“Si Melania intentara protagonizar la máxima humillación y se fuera mientras él está en el cargo, él encontraría la manera de castigarla”, ha afirmado la exasistente, para luego añadir que este sería el motivo por el cual Melania aún no ha oficializado su divorcio, pese a que ya no estarían juntos desde hace tiempo.
En 2016, cuando el presidente republicano ganó las presidenciales, se hizo pública la reacción de Melania la noche electoral, cuando se deshizo en lágrimas con una amiga: “Nunca pensó que ganaría”. La primera dama en funciones tardó entonces cinco meses en mudarse de la ciudad de Nueva York a Washington D.C. (capital estadounidense), alegando que el hijo de la pareja, Barron, “tenía que terminar el curso”.
Stephanie Winston Wolkoff, una exasesora y examiga de la primera dama estadounidense, aseguró en esa época que lo que en realidad estaba haciendo Melania era negociar un acuerdo posnupcial para asegurar la herencia de Barron.
La exmodelo, de 50 años, le ha seguido el juego a su esposo durante estos cuatro años de mandato y, a pesar de los fríos momentos que el planeta ha atestiguado entre ambos, como aquella violenta retirada de la mano cuando Trump se la estrechaba, la exmodelo siempre ha defendido que mantiene “una gran relación” con su cónyuge. El magnate neoyorquino incluso insiste en que nunca discuten.
A lo largo de los primeros meses de presidencia del republicano, la tensión entre Trump y Melania se puso de relieve. Además, la primera dama estadounidense nunca se ha dejado ver mucho en lugares públicos y sus apariciones junto a su esposo en eventos y ceremonias se pueden contar con los dedos de la mano.
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