El secretario de Defensa estadounidense, Mark Esper, marca distancia con el presidente Donald Trump y se opone públicamente a la iniciativa del mandatario de enviar militares para frenar las manifestaciones violentas en el país, provocadas por el brutal asesinato del afroamericano George Floyd a manos de un agente de policía en la ciudad de Mineápolis (en el estado de Minesota).
“No apoyo que se use la Ley de Insurrección (de 1807). La opción de utilizar fuerzas activas en cuestiones de seguridad debería ser aplicada solo como el último resorte, y solo en las situaciones más urgentes y situaciones graves. No estamos en ninguna de esas situaciones ahora. No apoyo invocar la Ley de Insurrección”, aseveró el miércoles Esper durante una rueda de prensa en el Departamento de Defensa (el Pentágono).
“Siempre he creído y sigo creyendo que la Guardia Nacional es más adecuada para prestar apoyo interno a las autoridades civiles en estas situaciones”, agregó el jefe del Pentágono en referencia a esa fuerza que está desplegada en varios estados.
Reveló también que no sabía que sería parte de un acto el lunes junto a Trump en el que las fuerzas de seguridad despejaron de manifestantes pacíficos que se encontraban en un parque frente a la Casa Blanca para que el presidente se tomara una fotografía frente a una iglesia con una biblia en la mano, y admitió que fue un error posar junto al presidente.
El lunes, en un fuerte discurso en la Casa Blanca, el gobernante republicano, además de calificarse como “el presidente de la ley y el orden”, anunció que ordenaría un masivo despliegue de “miles y miles de soldados fuertemente armados, efectivos militares y agentes del orden público” con el objetivo de detener la ola de protestas que se han extendido en todo el país norteamericano.
Para sacar a los militares a las calles, Trump tendría que invocar la Ley de Insurrección de 1807, que permite al presidente desplegar el ejército para “suprimir, en cualquier estado, la insurrección, violencia interna, asamblea o reunión ilegal”.
Tales medidas del mandatario neoyorquino para reprimir a manifestaciones fueron denunciadas, no solo por demócratas, como su rival electoral Joe Biden, sino también de sus correligionarios en el Partido Republicano y hasta de líderes religiosos.
A este respecto, el gobernador republicano de Massachusetts, Charlie Baker dijo a la prensa que “tantas veces durante estas últimas semanas, cuando el país necesitaba más compasión y liderazgo, no se encontraba en ningún lado”.
En referencia a la postura de Esper, la portavoz de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, dijo que no perjudica, por ahora, su cargo en el Pentágono, si bien, matizó que “si el presidente pierde la confianza en el secretario Esper estoy segura que sería la primera en saberlo. Hasta este momento, el secretario Esper sigue siendo el secretario Esper. Y si el presidente pierde la fe, todos aprenderemos sobre eso en el futuro.”
Asimismo, comunicó que “en estos momentos” el presidente Trump no contempla recurrir a las Fuerzas Armadas para apaciguar la situación en el país, aunque subrayó que es “una herramienta” que tiene a su disposición.
Floyd murió el pasado 25 de mayo asfixiado a manos de un policía blanco que lo inmovilizó contra el suelo, iba desarmado y le clavó una rodilla en el cuello durante varios minutos, hecho que quedó registrado en un vídeo grabado por un transeúnte.
La brutalidad de la Policía de EE.UU. ha suscitado críticas de diversas organizaciones de derechos civiles. Los críticos dicen que el hecho expone las grietas dentro de un sistema inherentemente racista en Estados Unidos y aseguran que el aumento de la violencia racial en este país norteamericano en los últimos años tiene raíz en las políticas racistas del inquilino de la Casa Blanca.
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