Tras pasar más de un año del brote de la COVID-19 y llevar a cabo investigaciones sobre su origen, todavía siguen acusaciones infundadas contra China, en donde se registró el primer caso del virus, en la ciudad de Wuhan.
La Organización Mundial de la Salud pretende iniciar la segunda fase del estudio sobre los orígenes de la COVID-19, lo que provocó la ira de Pekín.
Esta segunda fase del estudio se realiza mientras que hace meses, un equipo de expertos internacionales del mismo organismo de OMS, en Wuhan, consideró que es “extremadamente improbable” que la COVID-19 se filtrara desde un laboratorio.
Asimismo, la Cancillería china aclaró que Pekín cooperó plenamente con la investigación inicial de la OMS, organismo que sacó conclusiones claras. Denunció que este nuevo plan, está basando en las acusaciones infundadas de Washington contra China.
También, hizo referencia a la evidencia de casos del virus en la segunda mitad de 2019 en otros países, incluido Estados Unidos. Indicó que la comunidad internacional, incluida China, tiene todas las razones para poner en duda el laboratorio militar estadounidense en Fort Detrick, en Maryland. Añadió que las pruebas futuras de la OMS deberían incluir este lugar.
Pekín ha denunciado, en reiteradas ocasiones, que Estados Unidos y otros países, al crear acusaciones infundadas contra China, están tratando de desviarse de sus propios fracasos para contener el virus.
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