En una columna editorial de la cadena iraní Al-Alam, publicada el sábado, se apunta al silencio de las autoridades de Arabia Saudí ante el importante avance ofensivo de las fuerzas yemeníes y el movimiento popular Ansarolá en el territorio saudí en las últimas 72 horas, lo que hace pensar en cuán impotente se debe sentir el régimen de los Al Saud frente a los hechos y qué perdido debe estar al no saber cómo gestionar una respuesta al aluvión de crónicas sobre los recientes logros yemeníes que se van divulgando.
Ayer sábado, el portavoz del Ejército yemení, el general Yahya Sari, comunicó que las fuerzas terrestres de Yemen, respaldadas por Ansarolá, están inmersas en la operación a gran escala, denominada ‘Victoria de Dios’, en la región de Najran, en el sur de Arabia Saudí, la cual ha propiciado la captura de más “1000 soldados enemigos”, entre otros.
Independientemente de la escala y el alcance de la represalia de las fuerzas yemeníes, Al-Alam pone énfasis en la agilidad en que los saudíes han sometido a la censura los contundentes ataques con misiles y aviones no tripulados (drones) llevados a cabo por Yemen contra centros neurálgicos militares, aeropuertos e instalaciones petroleras saudíes y la lentitud en que han procedido para intentar justificar sus estrepitosos fracasos.
En otras palabras, el heredero de la corona saudí (Muhamad bin Salman) por sus políticas agresivas proyectadas contra la nación yemení se halla en estos momentos ante una daga de doble filo propiciada por la firmeza de la resistencia de los combatientes del movimiento popular Ansarolá”, acentúa una columna editorial de la cadena iraní Al-Alam en alusión al silencio mediático y gubernamental de Arabia Saudí ante las recientes operaciones militares del Ejército de Yemen en el territorio del reino árabe.
La columna editorial llama la atención al hecho de que el aludido mutismo se debe también a que la operación yemení ‘Victoria de Dios’ es de tal magnitud que su trascendencia pública podría acarrear “nefastas” consecuencias a las altas esferas del poder saudí.
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A diferencia de otras veces, el artículo añade, en esta ocasión, las secuelas de la represalia yemení podrían poner al filo de la navaja al máximo valedor de agresión saudí y aliados contra Yemen: el príncipe heredero del reino árabe, Muhamad bin Salman, que no solo se ha cargado las arcas saudíes en su aventurismo bélico, sino ha revelado lo mal preparado que está el reino árabe en el ámbito militar, aun cuando posee carísimas armas de fabricación estadounidense, británica y francesa, pero como se ha evidenciado ineficaces.
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Los últimos avatares acontecidos en torno a esta crónica de la derrota saudí anunciada ponen de manifiesto que la astucia y la firmeza de Ansarolá, en defensa de un pueblo que sufre a diario bombardeos indiscriminados, ha situado a Bin Salman al borde del precipicio sin lugar a retorno, apostilla el medio.
“En otras palabras, el heredero de la corona saudí por sus políticas agresivas proyectadas contra la nación yemení se halla en estos momentos ante la daga de doble filo representada por la firmeza de la resistencia de los combatientes del movimiento popular Ansarolá”, sentencia la columna.
Los constantes ataques de represalia yemeníes, efectuados con drones y misiles de fabricación propia, han puesto en jaque al régimen de los Al Saud, pese a que destina millones de dólares a la compra de armas y equipos militares del Occidente.
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En Yemen, Arabia Saudí y sus aliados han matado a decenas de miles, han provocado cientos de miles de heridos y desplazado y han sumido a la nación en la peor crisis humanitaria del mundo, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
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