“Las acusaciones son infundadas”, ha afirmado Andrei Ordasz, alto representante de negocios ruso, tras el derribo de varios drones durante un ataque aéreo de Moscú contra Ucrania en la madrugada del miércoles.
El primer ministro polaco, Donald Tusk, ha denunciado lo sucedido como una “provocación sin precedentes” y ha activado el artículo 4 del tratado de la OTAN, solicitando consultas urgentes. Aviones F-16 polacos, F-35 neerlandeses y otras aeronaves de la Alianza han participado en la operación nocturna.
Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha sugerido que la incursión pudo ser “una provocación de Ucrania u otros actores” con el objetivo de generar tensiones entre Varsovia y Moscú.
Sin embargo, Ucrania ha respaldado las acusaciones polacas y ha asegurado que al menos ocho drones rusos fueron interceptados antes de alcanzar su objetivo. El presidente Volodímir Zelenski ha calificado el hecho como un “precedente extremadamente peligroso para Europa” y ha pedido una respuesta conjunta.
También la Unión Europea ha reaccionado con firmeza. La jefa de la diplomacia, Kaja Kallas, ha advertido que “la guerra de Rusia se está intensificando” y ha llamado a aumentar la presión contra Moscú. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha anunciado nuevas sanciones contra los buques de la “flota fantasma” y contra terceros países que compran crudo ruso.
Alemania se ha sumado a las acusaciones. El ministro de Defensa, Boris Pistorius, ha afirmado que “los drones rusos que violaron el espacio aéreo polaco estaban claramente dirigidos en esta ruta” y ha descartado un error de navegación.
La OTAN ha condenado el hecho, calificándolo de “comportamiento imprudente”. Su secretario general, Mark Rutte, ha advertido a Moscú que “deje de violar el espacio aéreo aliado y sepa que estamos preparados, vigilantes y que defenderemos cada centímetro del territorio de la OTAN”.
Este episodio marca la primera vez que un país miembro de la OTAN dispara contra objetivos en el contexto de la guerra de Rusia contra Ucrania, lo que eleva las tensiones regionales y genera incertidumbre sobre el futuro de las relaciones entre Moscú y la Alianza.
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