“Estamos dispuestos a tomar medidas para eliminar algunas o quizás todas las sanciones si se eliminan algunos obstáculos. Todo lo que estamos tratando de hacer es terminar el gobierno sin sanciones y sin coronavirus. […] Nuestra base en ambos temas es la racionalidad y los intereses nacionales”, ha declarado este sábado el mandatario iraní en el Comité Nacional para la lucha contra el nuevo coronavirus, causante de la COVID-19.
Sin embargo, Rohani ha explicado que el terrorismo creado por Estados Unidos durante la presidencia de Donald Trump aún sigue latente. “Trump se ha ido, pero ahora los siniestros efectos de este idiota aún permanecen”, ha apostillado.
Al respecto, ha explicado que cuando Irán solicita vacuna a un país, este envía una parte de lo acordado y evita entregar el resto, aunque el precio total del lote esté pagado, por el temor a las sanciones de EE.UU.
No obstante, Rohani ha subrayado que las condiciones de Irán son buenas en comparación con otros países del mundo en cuanto a las tareas para frenar el virus letal, por lo que ha agradecido a la ciudadanía y las autoridades por su colaboración sin escatimar esfuerzos para poner fin a la crisis sanitaria y las dificultades económicas.
Irán está desarrollando su propia vacuna anti-COVID-19. A finales de febrero, el país persa anunció los fructíferos resultados del ensayo en humanos de esta vacuna, y luego, inició en febrero los ensayos clínicos en humanos de su segunda vacuna, llamada Razi COV-Pars, y en marzo, la primera fase de pruebas clínicas en humanos de su tercera vacuna nacional, denominada ‘Fajra’. Además, los expertos iraníes están produciendo otro más con la cooperación de Cuba.
El Ministerio iraní de Salud ha hecho hincapié en que la República Islámica se convertiría pronto en un centro para la producción del inyectable contra la COVID-19.
Los avances de Irán en la lucha contra el nuevo coronavirus se producen en medio de las presiones y sanciones económicas impuestas por Estados Unidos contra el país persa. La República Islámica destaca el fracaso de la política de “máxima presión” del Gobierno anterior de EE.UU. y asegura que ha ganado autosuficiencia y seguirá contrarrestando las sanciones en función de sus capacidades internas.
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