Publicada: lunes, 15 de diciembre de 2025 16:19

Entre sus muchas características notables, el Gonbad Qabus se distingue principalmente por su impresionante altura y su pura forma geométrica, un diseño revolucionario que lo convirtió en un prototipo para las torres de mausoleos en todo el mundo islámico.

Por Ivan Kesic

A pesar de tener mil años, la estructura mantiene una integridad arquitectónica extraordinaria que demuestra un dominio sofisticado de la ingeniería en ladrillo y las matemáticas, permitiéndole imponerse en el paisaje tras sobrevivir a terremotos, el clima e incluso conflictos bélicos.

Aunque a menudo se le cita como la torre de ladrillo más alta de Irán, el Gonbad Qabus, con una altura libre de 52 metros, encuentra rivales en los minaretes de la Mezquita de Imam en Isfahán, que alcanzan la misma altura, y posiblemente en otros minaretes selyúcidas que podrían haberla superado originalmente antes de la erosión.

Erguida sobre las llanuras del norte de Irán como una lanza dorada apuntando al cielo, el Gonbad Qabus es una obra maestra de la arquitectura islámica temprana cuya forma silenciosa y ascendente ha dominado el paisaje durante más de mil años.

Durante un milenio, el Gonbad Qabus ha permanecido como un centinela inquebrantable sobre la llanura de Golestán, en el noreste de Irán: una impresionante torre mausoleo construida para el gobernante y literato ziyarí, Qabus ibn Voshmguir.

Elevándose a 52 metros desde su montículo artificial de diez metros, esta colosal estructura de ladrillo cocido sin esmaltar es el único monumento que sobrevive de una antigua ciudad, el otrora gran centro de las artes y las ciencias, destruido por los invasores mongoles.

Su austero cilindro con aletas, coronado por un techo cónico afilado como una navaja, representa una fusión revolucionaria de ambición arquitectónica, conocimiento científico e intercambio cultural entre la antigua civilización iraní y las estepas de Asia Central.

Más allá de su función funeraria inmediata, la torre sirvió como un poderoso símbolo político, un marcador astronómico y un prototipo que influiría en la construcción de edificios sagrados en Irán, Anatolia y Asia Central.

Sus proporciones geométricas impecables y su extraordinaria integridad estructural, que le permitieron sobrevivir a terremotos y guerras, reflejan una comprensión sofisticada de las matemáticas y la ingeniería en el mundo musulmán al final del primer milenio.

Gonbad Qabus como emblema urbano

El mecenas y su poder

El hombre que encargó este monumento era tan complejo como la propia estructura. Qabus ibn Voshmgir, cuarto gobernante de la dinastía ziyarí, fue una figura de marcados contrastes.

Su corte se convirtió en un refugio para algunas de las mentes más brillantes de la Edad de Oro islámica, incluidos el célebre filósofo Avicena y el polímata Al-Biruni, quien escribió allí su obra fundamental sobre calendarios.

El propio Qabus era poeta y defensor de la prosa rimada, y su curiosidad intelectual está inmortalizada en la misma esencia de la torre.

La inscripción fundacional, compuesta en elegante prosa rimada, utiliza tanto el calendario lunar musulmán como el solar iraní, fechando con precisión la construcción de la torre entre finales de septiembre de 1006 y mediados de marzo de 1007.

Este sistema de doble datación fue una demostración deliberada de erudición y poder terrenal, reflejando a un gobernante que se veía a sí mismo como un puente entre diferentes tradiciones culturales y temporales.

Revolución arquitectónica en ladrillo y forma

La forma arquitectónica del Gonbad Qabus combina una simplicidad sobrecogedora con una escala audaz. En planta, el edificio es un círculo con aletas, un cilindro perfecto articulado con diez enormes contrafuertes rectangulares que ascienden a lo largo de su altura como los bordes de un lápiz afilado.

Estas aletas no son meramente decorativas; cumplen una función estructural crítica, reforzando el delgado fuste de ladrillo frente al viento y las fuerzas sísmicas, una innovación tecnológica que permitió a los constructores alcanzar una altura tan impresionante.

Toda la estructura está construida con ladrillos cocidos de alta calidad, de un amarillo pálido que ha adquirido un tono dorado profundo tras siglos de exposición al sol.

La maestría técnica se evidencia en su preservación casi perfecta, a pesar del paso del tiempo, el clima e incluso los reportes de bombardeos.

La verticalidad del edificio es su característica definitoria, con una proporción altura-diámetro de aproximadamente 1:3, una relación que genera una sensación de impulso dinámico hacia el cielo, sin igual en cualquier otra construcción de su época.

Vista desde abajo de la entrada y los contrafuertes

El lenguaje de la geometría y la ausencia de ornamentación

Lo que realmente distingue al Gonbad Qabus de sus contemporáneos es su austeridad radical. En una época en que la arquitectura islámica comenzaba a explorar decoraciones superficiales intrincadas, esta torre se erige casi completamente desnuda, derivando su poder únicamente de su forma pura y geométrica.

El único adorno son dos bandas de inscripción que rodean el edificio, una sobre la puerta y otra bajo el techo. La escritura, formada por ladrillos cortados y alguna vez cubiertos con yeso, es alta y angular, un sobrio cúfico diseñado para ser legible desde gran distancia.

Esta elección deliberada subraya que el propio edificio era el mensaje. Su forma habla un lenguaje universal de geometría y proporción, una representación calculada del orden cósmico y la autoridad real.

El techo cónico, traducción directa en materiales permanentes de las tiendas reales usadas por los nómadas de Asia Central, ilustra aún más la síntesis cultural en juego, fusionando las tradiciones arquitectónicas sedentarias de Irán con el legado portátil de las estepas.

Prototipo para la posteridad: el legado de la torre mausoleo

La importancia del Gonbad Qabus va mucho más allá de su propia silueta. Se erige como un prototipo crucial, estableciendo un vocabulario formal y simbólico para las torres mausoleo que se difundiría por todo el mundo islámico.

Su forma cilíndrica con techo cónico se convirtió en modelo para las estructuras conmemorativas en Irán, Anatolia y Asia Central.

Marcó el inicio de una tradición cultural regional de construir tumbas monumentales no solo para gobernantes, sino también para literatos y santos, elevando la torre mausoleo de un simple lugar de entierro a una declaración perdurable de logro cultural e intelectual.

La influencia de la torre constituye un registro tangible del intercambio arquitectónico, demostrando cómo una forma específica podía viajar y evolucionar, conectando regiones distantes mediante un lenguaje arquitectónico compartido.

Techo cónico de la Torre Gonbad Qabus

Posible récord iraní

La cuestión de cuál es la estructura premoderna más alta de Irán es un debate matizado, centrado en la distinción entre torres independientes y componentes arquitectónicos integrados.

El Gonbad Qabus, con una altura definitiva de 52,07 metros desde su base (o 62 metros si se incluye su montículo artificial), es con frecuencia y con justa razón celebrado como la torre de ladrillo independiente más alta de Irán y un referente mundial de la ingeniería islámica temprana.

Su forma cilíndrica, pura e inalterada, erguida sobre una llanura abierta, confiere a su verticalidad un impacto visual extraordinario. No obstante, esta afirmación de supremacía absoluta encuentra competidores en otras estructuras igualmente magníficas de distintos períodos estilísticos.

Los minaretes de la Mezquita de Imam en Isfahán, por ejemplo, también alcanzan los 52 metros de altura, pero no son independientes; están anclados al portal monumental (iwan) de la mezquita, lo que altera tanto su percepción como su contexto estructural.

Además, los expertos sostienen que algunos minaretes selyúcidas anteriores, como el minarete Ali en Isfahán, podrían haber superado originalmente los 50 metros antes de que siglos de erosión afectaran su altura.

Si se consideran los edificios en su totalidad, la magnífica cúpula de la misma Mezquita de Imam en Isfahán los supera a todos, alcanzando los 54 metros.

Por lo tanto, aunque el Gonbad Qabus posee una distinción incuestionable en su categoría específica, el paisaje arquitectónico de Irán presenta una “familia de gigantes”, cada uno reclamando un aspecto diferente del récord de altura, desde torres independientes hasta minaretes integrados y vastas cúpulas elevadas.

Interior de la torre visto desde abajo

Significado perdurable y prueba del tiempo

El Gonbad Qabus constituye una evidencia excepcional del poder y la calidad del estado ziyarí, que dominó gran parte de la región durante los siglos X y XI.

Su estabilidad continua es un testimonio del extraordinario desarrollo de las matemáticas y la ciencia en el mundo musulmán a finales del primer milenio, un diseño estructural innovador basado en fórmulas geométricas que permitió alcanzar alturas sin precedentes en la construcción de ladrillo portante.

Reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por su valor universal excepcional, la torre cumple múltiples criterios: es una obra maestra del genio creativo humano, demuestra un significativo intercambio intercultural y constituye un ejemplo sobresaliente de un tipo de construcción que ilustra una etapa importante en la historia de la humanidad.

No es simplemente una reliquia, sino un monumento vivo, que sigue funcionando como lugar sagrado visitado por los habitantes locales y como punto central de eventos tradicionales, cuya forma celestial ancla para siempre el pasado al presente.