“La continuación de las posturas radicales de las autoridades canadienses hacia Irán, pone de relieve que la actitud del Gobierno de Ottawa carece de base racional y lógica”, ha afirmado la portavoz de la Cancillería iraní, Marzie Afjam.
La continuación de las posturas radicales de las autoridades canadienses hacia Irán, pone de relieve que la actitud del Gobierno de Ottawa carece de la base racional y lógica", ha dicho Afjam.
Añade que la obediencia de Canadá a las políticas antiraníes del régimen israelí ha causado el aislamiento del Gobierno conservador del primer ministro, Stephen Harper, en la comunidad internacional y entre sus socios tradicionales.
La diplomática iraní ha aconsejado a la Cancillería canadiense que en lugar de seguir los dictados del régimen de Tel Aviv, reconsidere sus políticas hacia Teherán, recurra a actitudes racionales y lógicas y deje el radicalismo y la belicosidad.

El pasado 14 de julio, unas horas después de la conclusión de los diálogos entre Teherán y el G5+1 (EE.UU., el Reino Unido, China, Rusia y Francia, más Alemania) sobre el programa de energía nuclear iraní, el canciller canadiense, Rob Nicholson, consideró al país persa una amenaza para la paz y la seguridad internacional y acusó a Irán de apoyar al terrorismo.
La reacción negativa de Canadá al exitoso cierre de los diálogos Irán-G5+1 en Viena, capital austriaca, tienen relación con las declaraciones de Nicholson quien hace un mes catalogó de “inquebrantable” el apoyo de Otawa al régimen de Israel.
Las relaciones diplomáticas entre Irán y Canadá se congelaron después de que, en un intento por favorecer los intereses de EE.UU. y el régimen israelí, Ottawa anunciara en 2012 el cierre de su embajada en Teherán y la expulsión de los diplomáticos persas de su territorio.
En aquel momento, esta decisión de Canadá fue calificada por los analistas como un “desastre” diplomático para Ottawa.
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