Los casos de hospitalizaciones en Gaza enfrentan una crisis sin precedentes. A pesar de los llamados desesperados para que se incrementen las donaciones de sangre, los resultados no han sido los esperados.
La razón fundamental es la hambruna y la anemia crónica, que afectan a buena parte de la población y hacen que miles de personas sean incapaces de donar.
Según la Organización Mundial de la Salud, se necesitan, al menos, 4 500 unidades de sangre al mes, para atender partos complicados, cirugías y víctimas de trauma. Actualmente, Gaza dispone de menos de 500 unidades en stock.
La situación se agrava por la desnutrición severa: casi 470 000 personas, entre ellas 71 000 niños y 17 000 madres, están en riesgo de inanición aguda.
Las campañas de donación locales, que antes abastecían cientos de unidades desde el hospital Al-Shifa, ahora apenas logran reunir 20 a 30 unidades al día. Muchos voluntarios son rechazados por su débil estado físico, y sin transporte adecuado ni refrigeración constante, las pocas unidades recolectadas no alcanzan a salvar vidas.
Los constantes bombardeos aumentan el número de heridos que requieren transfusiones urgentes. El sistema sanitario está al borde del colapso: no hay sangre, no hay medicamentos, no hay infraestructura funcional. Cada nueva petición de ayuda se convierte en un grito al vacío.
La falta de donantes, el hambre y la guerra, han convertido la atención médica en Gaza, en una tarea bastante complicada. Aquí, salvar una vida se ha convertido en algo casi imposible debido a la falta de sangre y recursos. Otro crimen más, cometido por el régimen de Israel, que conlleva la muerte de más personas inocentes.
Huda Hegazi, Gaza.
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