Publicada: jueves, 18 de septiembre de 2025 8:24

La Voz de Hind Rajab es un impactante testimonio cinematográfico que relata el genocidio a través de la conmovedora llamada de una niña palestina de seis años.

Por: Sheida Eslami *

En un mundo turbulento donde los límites entre noticias, arte y activismo social se difuminan cada día más, La Voz de Hind Rayab se erige como un documento audiovisual en la vanguardia de esta convergencia.

La conmovedora historia de la niña palestina asesinada, Hind Rayab, comienza con una breve llamada telefónica en enero de 2024, realizada desde el asediado barrio de Tel al-Hawa en Gaza, donde el retumbar de disparos y el rugido de vehículos blindados ahogaban todo sonido.

Tras presenciar la brutal ejecución de su familia, la niña de seis años realizó una temblorosa llamada a la Media Luna Roja de Gaza, su voz reducida a un susurro mientras relataba la masacre y la insoportable soledad de ser la única sobreviviente.

Las líneas telefónicas crepitaban, rotas por el silencio, mientras la voz temblorosa de la niña llegaba al otro lado. En esos agonizantes minutos, el mundo pareció estar cara a cara con la muerte misma —cruda, sin filtros y cercana.

La muerte, que vino en forma de 355 balas disparadas a tan solo 23 metros, transformó a una pequeña niña palestina en un símbolo estremecedor de la inocencia de una nación sitiada y maltratada.

Este film, realizado por la cineasta tunecina Kaouther Ben Hania, no solo narra una tragedia individual, sino que también constituye una respuesta artística y documental al silencio y la censura que suelen ensombrecer las luchas y guerras de Asia Occidental.

Ben Hania, utilizando un método innovador que denomina “docuficción”, ha logrado construir un puente entre la realidad desnuda y la estructura narrativa del cine, creando una obra de valor artístico y de impacto social y político.

De crecer en Sidi Bouzid a ahogarse en las penas de Gaza

Ben Hania, directora y guionista de renombre, nació en 1977 en Sidi Bouzid, una ciudad que, diez años después de su nacimiento, se convertiría en el epicentro de la Revolución Árabe y, quizás sin quererlo, empezó a moldear su visión hacia la justicia social y la narración resistente.

Este trasfondo tuvo un impacto profundo en su visión del mundo y su enfoque artístico. Es graduada de la Escuela Superior de Artes Audiovisuales de Túnez, la Universidad Panthéon-Sorbonne y La Fémis en París.

Estos estudios académicos en las instituciones cinematográficas más prestigiosas de Francia le proporcionaron las herramientas técnicas y teóricas necesarias para abordar temas complejos.

Desde sus primeras obras, como Le Challat de Tunis, que explora la historia oral e identidad en la Túnez postcolonial, hasta la aclamada Beauty and the Dogs, proyectada en el Festival de Cine de Cannes 2017 y que cuenta la historia de una mujer enfrentando retos legales y sociales tras una violación en una sociedad patriarcal, y también el experimental Four Daughters, que aborda las experiencias de madres cuyos hijas se unieron al grupo terrorista Daesh, siempre ha lidiado con estructuras de poder, narrativas oficiales y el papel de la memoria colectiva en la resistencia.

En la obra de Ben Hania, la línea entre documental y ficción está deliberadamente difusa y reconfigurada. Ella llama a este enfoque “docuficción” y, a través de él, busca llegar a capas ocultas de la verdad, proporcionando espacio para que la audiencia sienta empatía y compasión por sus sujetos, sin sacrificar la verdad en favor de la narrativa.

Escalofriante como el archivo de audio de Hind Rayab

La idea de La Voz de Hind Rayab nació al escuchar la grabación de audio real de la llamada de Hind. Este archivo crudo e inalterado contenía todo el peso de las emociones, el miedo y la soledad de una niña en condiciones de guerra.

Ben Hania cuenta en una entrevista que, inicialmente, tenía la intención de hacer un filme puramente documental, utilizando el mismo archivo de audio como eje central de la película, pero la falta de acceso al lugar real en Gaza, debido a las condiciones militares y de seguridad, así como los riesgos mortales, la llevaron a un cruce de caminos, cuyo fin fue optar por la docuficción.

Para superar estas limitaciones, Ben Hania y su equipo decidieron reconstruir las escenas en Líbano. La elección de las locaciones en Líbano se realizó con gran precisión, para que en términos de arquitectura, tejido urbano y callejones, se parecieran lo más posible a las calles de Gaza.

Esta reconstrucción se apoyó en los testimonios de trabajadores humanitarios, testigos presenciales e imágenes satelitales disponibles de la zona. Así, La Voz de Hind Rayab permaneció lo más fiel posible a la realidad, ya que el objetivo era que el público sintiera como si estuviera en el mismo espacio sitiado y peligroso.

Durante el rodaje, el sonido fue el eje y la autoridad de la narración. El audio original de la llamada de Hind, tan crudo como era, con sus ritmos, subidas y bajadas naturales, incluso sus pausas ansiosas y respiraciones entrecortadas, fue colocado en el filme. Esta elección le dio al sonido una profundidad y autenticidad únicas, y permitió que las emociones de Hind se transmitieran directamente al público.

La banda sonora se limitó a melodías mínimas y atmosféricas, y a veces solo a latidos lentos y estirados, para dejar espacio vacío para la voz real de Hind y los silencios pesados entre palabras, evitando cualquier interferencia emocional o narrativa innecesaria.

Los actores que interpretaban a los trabajadores humanitarios no tenían un guion fijo ni un diálogo predeterminado. Ben Hania les pidió que reaccionaran a la verdadera voz de Hind con respuestas espontáneas y naturales. Este enfoque les dio a las escenas una calidad improvisada, similar a un documental, y aumentó significativamente la sensación de urgencia de la situación.

La cámara en mano, los movimientos controlados y la iluminación natural crearon una atmósfera íntima pero tensa, reminiscentemente similar a la filmación documental en zonas de guerra. Este estilo cinematográfico transmite al público la sensación de presencia en la escena y la inseguridad de la situación.

Ahora la película ha llegado a la etapa de exhibición, y el mundo está hablando de ella.

La Voz de Hind Rayab, una obra cuya proyección en el Festival de Venecia recibió 23 minutos de aplausos de pie y cánticos de apoyo al pueblo de Gaza. Al recibir el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine de Venecia, Ben Hania dijo: “La historia de Rayab no es solo la historia de una niña, sino trágicamente la historia de una nación entera que sufre un genocidio”.

Comportamiento de medios ante una película que es un testigo vivo del genocidio

Con la entrada de la película en festivales internacionales y sus proyecciones limitadas, las reacciones de los medios a La Voz de Hind Rayab se pueden clasificar en cuatro categorías generales, cada una adoptando un enfoque diferente hacia la película y su tema. Estas categorías no solo reflejan puntos de vista variados sobre el filme, sino también revelan el espectro de reacciones a los problemas políticos y sociales relacionados con Asia Occidental.

El primer grupo de medios, como BBC Culture, describió la película como una “narrativa devastadora”, pero en su interpretación, evitaron abordar las capas políticas y estructurales del tema.

El lenguaje de este tipo de crítica se centra a menudo en los aspectos emocionales y humanos de la película, tratando de involucrar al público con la tragedia individual de Hind Rayab, mientras que cuidadosamente evita el contexto de poder, responsabilidad y el contexto político de la agresión genocida del régimen sionista y el asesinato impúdico de niños en Gaza. Este enfoque presenta la película como una obra de arte desgarradora y conmovedora, pero se abstiene de entrar en debates más profundos.

Otro grupo, como The Guardian, adoptó un enfoque más audaz y explícito. El diario británico consideró la película como una metáfora del destino de Gaza y habló explícitamente del papel de la ocupación y la violencia estructural en la configuración de tales tragedias.

Al Jazeera English, por su parte, introdujo a Ben Hania como una “guardián de los testimonios”, enfatizando el “derecho a ser escuchado” de Hind Rayab y otras víctimas, y vinculó directamente la esencia del arte con la misión del activismo social y político. Este grupo de medios consideró el filme como una herramienta para la exposición y condena, aprovechando la capacidad del cine para generar un cambio social.

Le Monde, con un tono moderado, calificó la obra como “una pieza necesaria en la memoria contemporánea”, pero evitó una confrontación directa con los aspectos polémicos de los responsables de la masacre.

Incluso en América Latina, Página/12 vio la película en conexión con la tradición de los documentales sobre la Guerra de Vietnam y los movimientos anticoloniales.

Otro grupo de medios, como Variety y Film Comment, se centró más en los aspectos técnicos y artísticos de la película. Variety destacó la sutileza de la dirección de Ben Hania, su habilidad para controlar el peso emocional de la obra, y la inteligente estructura narrativa de la película, mientras que relegaba la política al margen.

Film Comment, desde la perspectiva de la innovación formal, analizó la obra en el género del “cine testimonio”, mostrando cómo la película, al combinar elementos documentales y ficticios, ofrece una redefinición del cine testimonio.

Este enfoque elogió la película como una obra artística con valores estéticos y formales sobresalientes.

Otros medios, como Haaretz y The Times of Israel, abordaron la película con parcialidad en defensa de los asesinos de Hind y de otros Hinds en Gaza. Haaretz etiquetó el filme como “antisraelí” y el resultado de un “uso selectivo” de la documentación, sin abordar el contenido crítico de la película y su reflejo sin filtros de la realidad de la historia de Hind.

The Times of Israel, en lugar de centrarse en el contenido, se enfocó más en las controversias que rodearon la película en el Festival de Toronto. Incluso Le Monde, con un tono moderado, intentó mantener la obra en un círculo narrativo seguro y evitó entrar en debates políticos sensibles.

Estas reacciones muestran los intentos de desacreditar la película y desviar la atención de su tema central.

Un marco diferente para la resistencia

En contraste con este espectro de reacciones, redes de medios como Press TV, Al-Mayadeen y Al-Manar adoptaron un enfoque diferente, pero convergente, alineado con el discurso de la resistencia.

Estas organizaciones mediáticas vieron La Voz de Hind Rayab no solo como una obra artística, sino como una poderosa herramienta para exponer los crímenes genocidas israelíes y para contrarrestar las narrativas distorsionadas que, durante dos años, han mantenido visible ante el mundo el camino del genocidio abierto en Gaza.

Desde el principio, Press TV adoptó un enfoque combinado pero alineado con la resistencia: directo, fuerte y, al mismo tiempo, consciente de los valores artísticos. Sus informes y entrevistas presentaron el filme como un “documento vivo” contra “los crímenes del régimen sionista”, mostrando cómo la elección de Ben Hania de su estilo cinematográfico resiste la censura visual.

Esta red, a través de sus análisis, demostró la habilidad de dirección de Ben Hania no como algo separado del mensaje, sino como un medio para revelar la verdad, y mostró la posición de la película como algo más que una simple obra cinematográfica.

Al-Mayadeen y Al-Manar actuaron en armonía con Press TV. Al Mayadeen llamó a la película “la ruptura del cerco global del silencio” y, al transmitir partes de la película, destacó su contraste con la cobertura de los medios occidentales. Al-Manar y Al-Alam incluso analizaron el encuadre, los ángulos de cámara y la iluminación para mostrar cómo la forma artística puede tener peso político y legal.

Utilizaron las etiquetas negativas que los medios israelíes habían adjuntado al filme, presentando esos ataques como “la admisión del impacto de la película por parte del enemigo”.

La convergencia de estos medios no consistió en eliminar la política ni en centrarse solo en la técnica, sino en una combinación inteligente de ambas, presentando la película tanto como un documento de crimen como un símbolo de la creatividad cinematográfica.

En la práctica, este enfoque aprovechó la cruda realidad junto con la narración personal y el análisis artístico al servicio de la demanda de justicia. Estos medios mostraron cómo, con principios periodísticos y al mismo tiempo una lente crítica y de búsqueda de justicia, las realidades pueden ser representadas.

Estando del lado correcto de la narrativa

La Voz de Hind Rayab se sitúa en la frontera entre el arte y el testimonio, donde un archivo de audio crudo, con la ayuda de la imagen, la puesta en escena y la ejecución artística creativa, se convierte en evidencia en el tribunal de la opinión pública.

Las reacciones de los medios —desde los que optaron por el margen seguro y construyeron narrativas emocionales de la película, hasta los más sinceros posicionamientos políticos, pasando por los elogios técnicos y formales, hasta las etiquetas descalificadoras de medios como Haaretz— muestran cómo la política de representar crisis, el papel del arte para expresar la verdad y las profundas grietas en la comprensión y narración de las guerras pueden ser expresadas simultáneamente sobre una sola obra, y bien ayudar a cumplir el objetivo de la cineasta o intentar destruirlo.

De hecho, tal dispersión de reflexiones hizo de La Voz de Hind Rayab un laboratorio para probar los límites de la libertad mediática y la política editorial: desde despolitizar para crear el círculo narrativo más seguro hasta tejer las capas del contenido y el significado de la película y abordar una realidad más allá del juego de luces y sonidos —la verdadera historia de Hind y la trágica narración del genocidio contemporáneo en Gaza en su forma más horrible. Una historia que los medios a veces tomaron el camino de contar para hacerla escuchar, y otras veces para evitar que se escuchara.

Mientras tanto, Press TV y los medios de la resistencia demostraron que es posible seguir un camino diferente frente a estas rutas diversas y, a veces, contradictorias; un camino que convierte el arte en un arma y el sonido —aunque entrecruzado por la estática y el silencio— en una fuerza que sacude los muros de la censura y la indiferencia.

Esta película sirve como un recordatorio conmovedor del poder inherente en la voz de un niño y de la responsabilidad de la comunidad global para escucharla y responder a ella, ahora evidenciada en el tribunal de la opinión pública.

Ahora, La Voz de Hind Rayab ha logrado convertirse, más allá de las fronteras del cine, en un fenómeno cultural y político. De hecho, la capacidad de la película para generar una amplia gama de reacciones —desde una profunda empatía hasta un acalorado debate político— muestra su poder para penetrar múltiples capas sociales y culturales.

Esta diversidad de reflexiones da testimonio de la complejidad del tema y de la incapacidad de los marcos mediáticos tradicionales para cubrirlo de manera completa e imparcial. Pero entre estos, los medios que han usado el arte no dentro del marco de “arte por el arte” o solo desde una perspectiva estética, sino como una herramienta para avanzar en la justicia y la verdad, han logrado transmitir el mensaje principal de la película de manera más efectiva.

La temblorosa voz de la pequeña Hind, combinada con las manos de la artista Kaouther Ben Hania, ha logrado romper los silencios impuestos y llevar el llamado de la verdad a los oídos del mundo.

Su brillante película es un ejemplo brillante de un cine que es tanto artístico como mensajero, tanto impactante como responsable. Una película que no solo es un memorial para la niña de 6 años Hind y miles de otras víctimas infantiles, sino también un llamado a la acción —para terminar con la indiferencia y garantizar un futuro en el que ninguna voz infantil se pierda entre el crujir de las balas y el silencio del olvido.

* Sheida Eslami es escritora, poeta, asesora de medios y crítica cultural basada en Teherán.


Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.