Publicada: martes, 9 de diciembre de 2025 13:26

La Gran Muralla de Gorgán es la barrera antigua rodeada de fortalezas más larga entre Europa Central y China, superando la longitud combinada del Muro de Adriano y el Muro de Antonino.

Por Ivan Kesic

  • Su construcción en una estepa con escasos recursos requirió un sistema hidráulico único, que incluía un canal que recorría toda su longitud y aproximadamente 200 millones de ladrillos cocidos a medida producidos en miles de hornos.
  • Este colosal proyecto, construido por el Imperio sasánida en el siglo V d. C., contaba con una sofisticada defensa de múltiples capas con más de 38 fuertes y bases de campaña en el interior capaces de albergar una guarnición de hasta 40 000 soldados.

Bajo la tierra calcinada por el sol del norte de Irán se encuentra un monumento al pasado real y al genio de la ingeniería que rivaliza con las barreras defensivas más famosas del mundo antiguo.

La Gran Muralla de Gorgán, en la provincia nororiental de Golestán, se extiende por casi 200 kilómetros desde los montes Alborz hasta el mar Caspio y constituye un testimonio del poder y la sofisticación del Imperio sasánida, una empresa colosal que protegió a uno de los mayores imperios de la historia de los nómadas esteparios del norte.

A menudo eclipsada por sus contrapartes chinas posteriores y las romanas más famosas, esta formidable muralla, conocida localmente como la “Serpiente Roja” por sus distintivos ladrillos cocidos, representa el pináculo de la arquitectura militar antigua, la ingeniería hidráulica y la organización logística.

Su escala es asombrosa, sus técnicas de construcción revolucionarias para su época y sus fuertes silenciosos y desmoronados susurran historias de un ejército imperial bien organizado que una vez protegió el próspero corazón de Irán de las incursiones.

No se trata simplemente de una muralla, sino de un sistema defensivo integrado de una complejidad sin precedentes, cuyo redescubrimiento y análisis científico han obligado a reevaluar las capacidades sasánidas y su papel crucial en los dramas geopolíticos de la Antigüedad tardía.

Una escala colosal en un paisaje en disputa

Las enormes dimensiones físicas de la Gran Muralla de Gorgán establecen de inmediato su importancia global. Con aproximadamente 200 kilómetros de longitud, es la barrera antigua fortificada más larga entre Europa Central y China.

Para comprender su escala, es más largo que el Muro de Adriano y el Muro Antonino en el Reino Unido juntos y más de tres veces la longitud de la muralla defensiva romana tardía más larga construida desde cero, el Muro Anastasiano cerca de Constantinopla.

La muralla estaba rodeada por al menos 38 fuertes, cuya superficie combinada supera en aproximadamente tres veces la de los fuertes del Muro de Adriano, lo que sugiere una guarnición masiva y permanente.

Este complejo defensivo puede haber sido parte de un sistema aún más grande, potencialmente conectado con el Muro de Tammisheh, más corto pero de diseño similar, hacia el oeste; ambos se extienden desde las montañas hasta el mar y forman un escudo cohesivo para la llanura de Gorgán.

Esta llanura constituía una región fértil y próspera del Imperio sasánida, una frontera estratégica que requería una sólida protección contra las amenazas del norte, primero de los heftalitas o hunos blancos, y más tarde de los turcos.

La muralla fue construida y ocupada entre los siglos V y VII d.C., período decisivo que vio la desaparición del Imperio Romano de Occidente.

Resolviendo un enigma de ingeniería: hornos de ladrillos y canales de agua

El aspecto más extraordinario de la Gran Muralla de Gorgán en Golestán no es su longitud sino las revolucionarias soluciones de ingeniería requeridas para su construcción.

La estepa desprovista de árboles y piedras de la llanura de Gorgán carecía de materiales de construcción tradicionales. Los ingenieros sasánidas respondieron a este desafío con una ambición descomunal, decidiendo construir toda la barrera con ladrillos cocidos.

Se estima que se necesitaron alrededor de 200 millones de ladrillos, cada uno con un peso aproximado de 20 kilogramos. Para producir esta asombrosa cantidad in situ, los constructores establecieron una auténtica cadena de producción industrial a lo largo del trazado del muro.

Los estudios arqueológicos han revelado la presencia de hornos de ladrillos situados a intervalos notablemente cercanos, cada 37 a 86 metros, lo que suma un total potencial de entre 3000 y 7000 hornos.

Sin embargo, la cocción de estos ladrillos planteó otro desafío monumental: requería un suministro de agua abundante y fiable. La respuesta sasánida fue una obra maestra de la ingeniería hidráulica.

Excavaron un canal principal que recorría la mayor parte del trazado de la muralla, un canal de al menos cinco metros de profundidad. Este canal se alimentaba de un complejo sistema de canales de abastecimiento que unían el río Gorgán mediante qanats, los icónicos acueductos subterráneos iraníes.

Uno de estos canales de abastecimiento, el Sadd-e Garkaz, se conserva hasta una longitud de 700 metros y una altura de 20 metros, aunque originalmente tenía casi un kilómetro de longitud.

Todo el sistema, desde los qanats hasta el canal principal, tenía que seguir una pendiente natural precisa y constante a lo largo de más de 100 kilómetros para garantizar un flujo constante de agua para la producción de ladrillos y las necesidades de la guarnición.

Este logro se considera una de las hazañas más impresionantes de la ingeniería topográfica del mundo antiguo.

Un monumento que supera la Gran Pirámide

Si bien la Gran Pirámide de Guiza es un símbolo icónico de logros antiguos, la Gran Muralla de Gorgán representa una hazaña de ingeniería a una escala física aún mayor.

Los cálculos basados ​​en evidencia arqueológica revelan una verdad asombrosa: el volumen de ladrillos cocidos utilizados en la muralla sasánida supera al de toda la Gran Pirámide.

Para construir esta barrera norte se produjeron aproximadamente 200 millones de ladrillos cocidos a medida, cada uno de 40 x 40 x 10 cm, lo que suma un volumen total de aproximadamente 3,2 millones de metros cúbicos.

Esto eclipsa el volumen estimado de la Pirámide de 2,6 millones de metros cúbicos.

Esta comparación solo tiene en cuenta los ladrillos; cuando se tiene en cuenta el volumen de las fortificaciones asociadas a la muralla, los canales y las docenas de fuertes, la disparidad se hace aún más profunda.

El brillo de la Pirámide reside en su masa concentrada y su precisión, pero el logro del Muro es el de una producción industrial descentralizada y logísticamente impresionante, repartida a lo largo de 200 kilómetros de frontera, que requiere una red sofisticada de hornos y acueductos simplemente para fabricar su material de construcción principal.

Esto coloca a la Gran Muralla de Gorgán en una clase única como uno de los proyectos de construcción más sustanciales y complejos volumétricamente del mundo antiguo.

Datación del Leviatán: técnicas científicas y contexto histórico

Durante siglos, los orígenes de la Gran Muralla de Gorgán estuvieron envueltos en misterio y folclore, a veces atribuidos erróneamente a Alejandro de Macedonia.

Las modernas técnicas de datación científica han resuelto de forma concluyente esta cuestión, situando firmemente su construcción dentro de la era sasánida.

La clave para desentrañar este misterio residía en los propios ladrillos. Mediante la datación por luminiscencia ópticamente estimulada (OSL), una técnica que mide la última vez que los minerales de cuarzo o feldespato de la arcilla estuvieron expuestos al calor o la luz solar, los investigadores analizaron los ladrillos del muro.

Cuando se cuecen los ladrillos en hornos, su reloj de luminiscencia se reinicia; a partir de ese momento, comienza a funcionar nuevamente a medida que los ladrillos se exponen a la radiación de fondo natural.

Las dataciones OSL de ladrillos, combinadas con la datación por radiocarbono de materiales asociados, apuntan consistentemente a un período de construcción en el siglo V d.C., que posiblemente se extiende hasta principios del siglo VI.

Estas fechas científicas se alinean perfectamente con el contexto histórico de las prolongadas guerras del Imperio Sasánida en su frontera norte.

Fuentes históricas, como el historiador del siglo VI Procopio, describen al rey Peroz reuniendo sus fuerzas en “Gorgo” en Hircania para campañas contra los heftalitas, guerras en las que finalmente perdió la vida en el año 484 d.C.

La Gran Muralla de Gorgán fue, pues, una respuesta directa y colosal a una amenaza militar muy real y persistente, un imperativo estratégico manifestado en ladrillo y tierra.

Un ejército en residencia: fuertes, cuarteles y bases de campaña

La muralla en sí era simplemente la columna vertebral de un organismo militar mucho más extenso. Los más de 38 fuertes integrados en la barrera no eran simples torres de vigilancia, sino importantes complejos militares.

Excavaciones como las del Fuerte 4 han revelado que estos fuertes contenían cuarteles de diseño estandarizado, lo que apunta a un ejército sasánida altamente organizado y profesional.

La uniformidad en la construcción sugiere un mando central y un enfoque sistemático para el alojamiento y la logística militar. Más allá de la propia barrera lineal, el sistema defensivo se extendía profundamente hacia el interior.

Los arqueólogos han identificado enormes bases de campaña, cada una de las cuales abarca aproximadamente 40 hectáreas.

Dentro de una de estas bases se encontraron los restos de una “ciudad de tiendas”: recintos rectangulares dispuestos en ordenadas filas dobles, que indicaban los cuarteles temporales de un ejército de campaña móvil que podía desplegarse rápidamente para reforzar cualquier sector amenazado de la muralla.

Esta defensa en profundidad de múltiples capas, que comprende una barrera lineal estática con una gran guarnición permanente respaldada por una reserva estratégica móvil, demuestra una comprensión sofisticada de la estrategia militar que rivaliza con cualquier sistema contemporáneo.

Una perspectiva global: el Muro de Gorgán en la historia mundial

Si la colocamos en un contexto global, la Gran Muralla de Gorgán surge posiblemente como la barrera lineal más sofisticada de su tiempo.

Mientras que las contrapartes contemporáneas y anteriores de la Gran Muralla China eran principalmente enormes obras de tierra, la Muralla de Gorgán era una estructura compleja de ladrillos cocidos, canales integrados y fuertes sofisticados.

Es más largo que cualquiera de las murallas lineales romanas de Europa y, aunque más corto que el Limes alemán, constituía un obstáculo físico más formidable.

La guarnición estimada, basándose en el tamaño combinado de los fuertes, podría haber sido de entre 30 000 y 40 000 soldados, una fuerza mayor que la estacionada en el Muro de Adriano.

Esta inmensa inversión en la defensa de la frontera ayuda a explicar la extensión geográfica y la longevidad del Imperio sasánida, que en su apogeo se extendió desde Mesopotamia hasta el valle del Indo.

La muralla protegía el próspero corazón agrícola de la llanura de Gorgán, garantizando la estabilidad económica y la seguridad que permitieron que el imperio floreciera.

Su eficacia puede incluso haber permitido a los sasánidas concentrar sus fuerzas militares en otros lugares, lo que contribuyó a sus exitosas campañas contra el Imperio Romano de Oriente en los siglos VI y principios del VII.

El Muro de Gorgán no es, pues, un monumento aislado, sino una pieza clave en el rompecabezas de la geopolítica de la Antigüedad tardía, una obra maestra iraní que dio forma al destino de los imperios.

La convocatoria del Patrimonio Mundial

Hoy en día, la Gran Muralla de Gorgán sobrevive como un elemento paisajístico distintivo, aunque su estado de conservación varía. Si bien gran parte de la superestructura de ladrillo ha sido saqueada a lo largo de los siglos, aún se mantienen en pie secciones de hasta 1,5 metros de altura, y las fortificaciones, canales y fuertes siguen siendo impresionantemente visibles en muchas zonas.

La muralla se encuentra especialmente bien conservada en los paisajes montañosos del este, donde aún se puede apreciar su posición estratégica en lo alto.

Su excepcional valor universal ha sido reconocido formalmente con su inclusión en la Lista Indicativa de la UNESCO, e Irán lo ha nominado basándose en criterios que destacan su ingeniería magistral, su testimonio del intercambio cultural, su representación única de la era sasánida, su iluminación de un período histórico crucial y su evidencia de la interacción humana con el medio ambiente.

La posible sumersión de sus terminales occidentales por el aumento del nivel del mar Caspio aumenta aún más su importancia como registro del cambio ambiental.

La Gran Muralla de Gorgán es más que una reliquia. Es un monumento que exige una reconsideración del mundo antiguo, colocando al Irán sasánida a la vanguardia de la innovación tecnológica y militar.

Su pleno reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad no sólo protegería este tesoro irremplazable, sino que también le otorgaría finalmente el lugar que le corresponde en la narrativa global de los logros humanos.