En un comunicado emitido este martes, la comandancia de operaciones conjuntas de Irak ha desmentido cualquier autorización otorgada a los uniformados estadounidenses —llegados a suelo iraquí, tras abandonar sus bases instaladas en Siria por una orden presidencial— para que permanezcan sin tiempo límite en el norte de Irak.
En alusión al traslado de cientos de vehículos y dispositivos militares y soldados de Estados Unidos a la región semiautónoma de Kurdistán, el máximo ente castrense iraquí ha hecho notar que Bagdad ha autorizado “únicamente” la estancia temporal de los mismos en la zona kurda iraquí hasta que se produzca su posterior traslado.
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En la nota, sin embargo, no se ha mencionado la fecha ni el lugar donde podrían ser trasladados los equipos y tropas de EE.UU., pero insiste en rechazar la presencia larga de tropas extranjeras en el suelo iraquí.
Al parecer, el pronunciamiento de la institución militar iraquí busca calmar el tenso ambiente generado tras la decisión del presidente de EE.UU., Donald Trump, de retirar las tropas estadounidense ante la operación militar de Turquía.
El flujo desesperado de los desplazados sirios y el retorno de los terroristas de EIIL (Daesh, en árabe), así como el reforzamiento de la presencia militar estadounidense en Irak forman parte de las preocupaciones de los políticos y pueblo de este país árabe.
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La decisión del mandatario republicano, además, generó la indignación en EE.UU., incluso entre sus propios correligionarios. El representante republicano por Michigan, Justin Amash, criticó el domingo: “las palabras de Trump: Envíenlos a los soldados de vuelto a casa. La acción de Trump: Envíenlos a Irak”.
Varios políticos estadounidenses coinciden en que la postura de la Casa Blanca ante los aliados kurdos envía un peligroso mensaje, es decir, que ni los aliados ni los adversarios pueden confiar en las palabras o promesas de Washington.
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