Con el amargo recuerdo del fracasado referéndum de independencia del año pasado, unos 4 millones de kurdoiraquíes estaban llamados a las urnas, este domingo, para elegir a los 111 diputados de su Parlamento, 11 de los cuales están reservados para las minorías étnicas y religiosas.
No obstante, miles de kurdos se abstuvieron de participar en estos comicios parlamentarios. No se fían de los políticos, a los que acusan de engañadores. Denuncian que no se respeta su voto y que hay fraudes durante el proceso.
Los ciudadanos kurdos que boicotearon estos comicios legislativos, también critican la mala gestión de gobierno de sus autoridades, y su desidia respecto a la economía de la región semiautónoma que está sumida en una crisis financiera.
Tras el cierre de los colegios electorales, el partido de la Unión Patriótica del Kurdistán (YNK, por sus siglas en kurdo) anunció que rechazará los resultados de las elecciones citando irregularidades generalizadas en el proceso.
Según los analistas, estas elecciones, cuyos resultados se conocerán en 72 horas, no cambiarán para nada el mapa político del Kurdistán, pero sí que podrían arrojar luz sobre las relaciones entre el Kurdistán y el Gobierno de Bagdad, muy turbulentas después del referéndum de 2017.
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