El diario británico The Times ha indicado en su versión de este martes que dicho anuncio ha “pillado” al Gobierno británico por sorpresa, pues Londres no estaba al tanto de la llamada telefónica entre el presidente del país norteamericano, Donald Trump, y su par turco, Recep Tayyip Erdogan, que llevó al inquilino de la Casa Blanca a tomar tal determinación.
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Según el rotativo, la retirada de los militares estadounidenses del noreste de Siria expondrá a las fuerzas especiales británicas que operan en la región a situaciones excepcionalmente vulnerables, por lo que requerirá la retirada total de estas fuerzas.
Pese a que se desconoce el número exacto de soldados de las fuerzas especiales británicas que están desplegados en el territorio sirio, las estimaciones varían de varias docenas a varios cientos.
La autora del artículo de The Times, Lucy Fisher, ha señalado, además, en un mensaje publicado en Twitter que los militares británicos dependen de las fuerzas estadounidenses para recursos, transporte, infraestructura y datos de inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR, por sus siglas en inglés).
Trump anunció el domingo que no mantendría sus tropas cerca de las fronteras turcas ni apoyaría la operación militar de Turquía contra las fuerzas kurdas, en concreto de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG, en sus siglas en kurdo), en el norte de Siria, dejando solos tanto a su socio estratégico en Siria como a las milicias kurdas que respaldaba.
El magnate republicano ha probado que no es una persona en el que uno pueda depositar su confianza, dado que, para él, los kurdos, que han dado su vida en la guerra contra el grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe), no son más que una mera milicia que ha terminado su labor.
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Trump anunció en diciembre de 2018 que la misión estadounidense en Siria se cumplió, y que los militares de Washington iniciarían un repliegue inmediato del país árabe. El aviso enfureció a los kurdos, que habían contado con el apoyo de Washington ante Turquía, por lo que lo describieron como “una puñalada por la espalda”.
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El segundo golpe que EE.UU. le asestó a los kurdos fue la firma de un acuerdo en agosto con Ankara para crear una llamada “zona segura”, que cubría un tramo entre el río Éufrates y la frontera iraquí y separaba la frontera turca de las localidades bajo el control de las YPG, afiliadas sirias del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo), grupo kurdo que está en la lista negra de Turquía.
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