La premier británica, Theresa May, acepta la realidad de la situación y pospone la votación en el Parlamento para su acuerdo de Brexit. May afirma que su acuerdo es el único que representa la voluntad del pueblo, pero acepta que el tema de Irlanda requiere más trabajo para conseguir la unidad que busca.
Las reacciones han sido inmediatas. En la misma cámara, el presidente John Bercow opinaba que habría sido cortés ofrecer esta decisión a sus miembros. Éstos a su vez, se turnaban para criticar la falta de seriedad expresada por la primera ministra.
Mientras en la calle, muchos protestaban, desde Europa, se recordaba a May que el plan no se puede volver a negociar.
May compra algo más de tiempo para tratar de salvar un Brexit destinado al fracaso. Sus opciones son muy limitadas y a día de hoy cualquier cosa es posible, desde estrellarse sin acuerdo a un segundo referéndum. Lo que está claro, es que no hay ninguna opción que contente a todo el mundo. Lo único que une a los miembros del Parlamento y a los británicos, es el rechazo a un plan que ha tardado dos años en negociarse y que ahora vuelve al tintero para ser rediseñado.
Ian Díez, Londres.
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