¡Siempre es más fácil mirar la paja en ojo ajeno y no la viga en el propio! O como bien dice el escritor y guionista británico, Graham Greene, la mayoría de las personas prefieren confesar los pecados de los demás. Estas frases describen muy bien la actitud de Estados Unidos con respecto a los derechos humanos, tema de un artículo publicado por el sitio web de la Radio Internacional de China en el que denuncia a Washington por interferir abiertamente en los asuntos internos de otros países, usando los derechos humanos como arma práctica.
Según la nota, Estados Unidos es un país multiétnico de inmigrantes donde los derechos humanos básicos de las minorías han sido objeto de abuso en repetidas ocasiones: ocupan una posición desventajosa en el empleo, el desarrollo profesional, los ingresos salariales, la educación, la vida cultural, etc. Pero, según el texto, no todo acaba aquí.
Durante los últimos tres años, según el informe, han aumentado un 17 % los delitos de odio en Estados Unidos, y por si fuera poco, la situación ha empeorado desde la llegada al poder del presidente Donald Trump, quien es acusado de fomentar el racismo con sus medidas antimigrantes, el muro fronterizo con México y sus comentarios racistas hacia la gente de color, como en el caso reciente de cuatro congresistas. Es por eso que pide a Washington que curen primero su propia enfermedad de derechos humanos.
Como último rechazo a los compromisos en esta materia y para librarse de cualquier crítica, Estados Unidos se retiró del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDHNU) en junio de 2018.
La medida fue traducida por críticos internacionales como un mensaje de desconocimiento a los abusos a los derechos humanos de miles de miles de estadounidenses, incluyendo la gente de color y los migrantes.
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