Así ha manifestado el líder de la oposición israelí Yair Lapid en una entrevista concedida este domingo a la radio local Kan, haciendo referencia a la tensión que se vive los territorios ocupados por los polémicos planes de reforma judicial propuestos por el gabinete del premier Benjamín Netanyahu.
“Los estadounidenses me hablan todo el tiempo y están horrorizados por lo que está pasando”, ha asegurado Lapid, ex primer ministro israelí (de julio a diciembre de 2022).
Su advertencia llega después de que el embajador de Estados Unidos en Israel, Thomas Nides, hiciera un llamado para que el gabinete extremista de Netanyahu “pise los frenos” en su intento de transformar radicalmente el sistema judicial.
“Los estadounidenses dicen claramente que nuestra alianza se basa en nuestros intereses compartidos y valores democráticos, y si no los mantienes, entonces la alianza terminará”, ha subrayado Lapid y ha alertado que la reforma judicial de Netanyahu —que los críticos la consideran un golpe de Estado— dañará la economía y la seguridad del régimen.
Esta polémica iniciativa tendrá, según Lapid, tres consecuencias. Detalla que, primero provocará, como está ocurriendo, una profunda división interna; segundo, perjudicará el bienestar de la gente y bloqueará la llegada de inversores y, tercero, dañará las relaciones con EE.UU. y esto es peor que cualquier crisis y guerras ocurridas hasta ahora.
Ha llamado al gabinete de Netanyahu a detener el proyecto de ley sobre las reformas judiciales, como condición previa para entablar negociaciones sobre las reformas, diciendo: “No negociaremos con una pistola en la cabeza”.
El proyecto de ley sobre reformas del sistema judicial ha provocado una ola de condenas y rechazos dentro de los territorios ocupados. Los oponentes dicen que debilitará la independencia del sistema judicial y erosionará la separación de poderes.
El conjunto de acciones polémicas del nuevo gabinete israelí ha llevado a aumentar las crisis políticas y de seguridad en Israel. Ante tal circunstancia, los funcionarios israelíes admiten que Israel ha llegado a uno de los momentos más tensos de su historia, que deja al régimen al borde de declive total.
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