Sara Netanyahu ha aceptado aprovecharse de “un error” que la condujo a hacer “un uso indebido de fondos públicos” para pagar comidas, en un juicio celebrado este domingo en Al-Quds (Jerusalén), tras firmar la semana pasada un acuerdo de culpabilidad alcanzado entre su abogado, Yossi Cohem, y la fiscalía israelí.
De este modo, ha aceptado todo lo apuntado en el acuerdo y se ha declarado culpable a cambio de una reducción de la gravedad del delito y una multa combinada de 15 000 euros.
La sentencia, sin embargo, ha obviado el cargo más importante, el de haber cometido un delito de fraude, y se ha limitado a responsabilizar a Netanyahu de explotar una negligencia cometida por otro funcionario en beneficio propio.
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Cohem, no obstante, ha denunciado una vez más, ante el tribunal, “el castigo inhumano”, “la persecución y la presión” a la que se ha visto sometida su cliente en los últimos cuatro años, no por su mal proceder, sino por ser esposa del primer ministro. En su opinión, el acoso buscaba “dañar” a su marido y sacarlo del poder.
Según los cargos presentados inicialmente, la esposa del premier israelí obtuvo de manera fraudulenta más de 100 000 dólares de las arcas estatales, que empleó para un servicio de cáterin, mientras contaba con un cocinero en su domicilio.
Pero los casos de corrupción no solo salpican a Sara Netanyahu, sino a todo el clan familiar. El mismo premier israelí también está acusado por los casos 1000, 2000 y 3000. En el caso 1000, Netanyahu es sospechoso de aceptar lujosos regalos del productor de cine, traficante de armas y espía Arnon Milchan a cambio de favores.
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En el caso 2000 se investiga un supuesto pacto con el editor del diario Yedioth Aharonoth, Arnon Mozes, por el que el primer ministro habría tratado de conseguir cobertura favorable a cambio de debilitar al rival del diario de Mozes, el Israel Hayom, mientras que el caso 3000 trata de la polémica compra de unos submarinos a Alemania, aunque en este asunto existen pocas probabilidades de una implicación directa de Netanyahu.
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