Según recoge el Informe sobre el terrorismo global 2016 del Institute for Economics & Peace, publicado recientemente, países de África como Nigeria, Somalia, Egipto, Libia, Camerún o Níger, se encuentran entre los de mayor presencia y acción violenta terrorista.
Del mismo modo, la mitad de los atentados que más víctimas mortales han causado el pasado año se produjo en territorio africano.
Mientras los ojos del mundo parecen estar puestos en Oriente Medio, la mecha del extremismo está encendida en África. Si bien la incidencia del radicalismo religioso sigue siendo superior en países como Siria e Irak, donde se registran víctimas a diario, África es la región del mundo donde más rápido se ha propagado esta brutal amenaza global.
Conforme a expertos, Libia, Mali, Nigeria y Somalia son hoy los principales bastiones del extremismo africano, que si bien se encuentra extendido como nunca antes, también está dividido entre Al-Qaeda y el EIIL (Daesh, en árabe), que pugnan por la hegemonía del terrorismo. Es a la luz de esta rivalidad como deben interpretarse los episodios de violencia terrorista que vienen teniendo lugar en África en los últimos años.
África se presenta así como el principal escenario donde estas organizaciones terroristas se disputan la atracción de milicias locales desde mediados de 2014, cuando las discrepancias por la guerra civil siria produjeron la separación de Al-Qaeda y el nacimiento de Daesh.
A pesar de las conquistas territoriales en Siria e Irak por parte de Daesh, su influencia en África se limita a Libia, Egipto y Nigeria (en este último caso a través de la temible milicia Boko Haram, que le juró su lealtad a mediados de 2015).
Junto a estas, destaca la actividad de la organización terrorista somalí Al-Shabab, que lidera uno de los bandos enfrentados en la guerra civil que afecta al país desde comienzos de la década de los noventa del siglo XX. Este grupo armado comenzó el conflicto como leal a Al-Qaeda, pero siguiendo el ejemplo de Boko Haram, cambió su alianza y juramento en beneficio de Daesh.
Así, Somalia es el séptimo país del mundo más afectado por el terrorismo en 2015, aunque este contexto de guerra civil pone a los integrantes y trabajadores del Gobierno del país como las principales víctimas de los atentados registrados el pasado año en suelo somalí.
Ataques terroristas más mortíferos de 2015 en países africanos
El atentado terrorista más grave en Somalia fue reivindicado por Al-Shabab. La banda mató a 70 personas en un atentado suicida con coche bomba contra una base militar de la Unión Africana (UA) en Leego, al que siguió un asalto armado.
Nigeria fue el foco de cuatro de los veinte atentados más mortíferos de 2015, pero el entorno del país también se ve sacudido por el terrorismo extremista de Boko Haram. El más duro ejemplo lo refleja la ciudad de Karamga, en Níger, donde el ataque contra una base militar y la zona residencial contigua dejó una cifra de 230 muertos y se convirtió en el cuarto atentado más mortífero del pasado año. Del mismo modo, otro ataque contra Fotokol (Camerún) dejó 144 civiles y militares muertos.
En Níger, Boko Haram asesinó a 649 personas en 2015, por 527 en Camerún y 206 en Chad, mientras que en Burkina Faso perpetró un atentado que no dejó víctimas mortales. Tras recibir formación y entrenamiento por parte de sus aliados del EIIL, los terroristas de Boko Haram han incrementado su acción terrorista con bombas, siendo los civiles las principales víctimas de estos atentados.
África, un continente arrasado por la pobreza, con una inestabilidad política crónica, sin controles en sus fronteras y una corrupción casi estructural, pareciera reunir todas las condiciones para que las milicias radicales, sean vistas como una alternativa cada vez más atractiva para los postergados jóvenes africanos.
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