El presidente de Afganistán, Ashraf Qani, ordenó a las fuerzas de seguridad del país pasar al modo ofensivo, horas después de que tres ataques separados mataran a más de 40 personas.
El ataque más mortífero ocurrió en la provincia oriental de Nangarhar (este), donde un atacante suicida se detonó durante el funeral de un comandante de la Policía local. Al menos 24 personas murieron y otras 70 resultaron heridas.
En la provincia oriental de Khost, el estallido de un coche bomba en un mercado mató a un niño e hirió a 10 personas. Mientras en la capital Kabul, hombres armados irrumpieron un hospital materno que recibe apoyo de Médicos Sin Fronteras (MSF) y abrieron fuego. Causaron la muerte de 16 personas, incluidos dos bebés recién nacidos y sus madres.
Según datos del Gobierno afgano, los ataques en Afganistán han aumentado tras la firma del acuerdo entre los talibanes y Estados Unidos sobre la reducción de la violencia. Talibán niega que esté detrás de los recientes ataques, pero acusa a Estados Unidos de no cumplir los puntos del acuerdo firmado en febrero, que contempla la salida gradual de tropas estadounidenses del país.
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