El jueves, el portavoz del Ejército de Yemen, el teniente general Yahya Sari, informó, en Twitter, de una operación dirigida a un campo de las fuerzas de la llamada alianza liderada por Riad en la provincia de Jizan (suroeste del territorio saudí).
Detalló que la ofensiva se llevó a cabo el miércoles con cinco misiles balísticos, apuntando al cuartel general de comando, almacenes de armas y la base de los helicópteros Apache. Como resultado del impacto preciso, destacó el militar yemení, más de 35 saudíes murieron o resultaron heridos, entre ellos, oficiales y pilotos de helicópteros.
Al subrayar que el ataque se produjo en represalia por los crímenes y el injusto asedio de Riad y sus aliados contra la nación yemení, el vocero prometió que “mientras los países agresores continúen con su escalada aérea, persista la persecución, la opresión y el asedio, las consecuencias serán graves para ellos, y nuestros ataques serán dolorosos, insoportables y extensos”.
Durante más de seis años de la guerra en Yemen, el país más pobre del mundo árabe ha podido resistir y hasta desarrollar sus capacidades militares de manera que ya ha cambiado la ecuación del conflicto; es capaz de responder a sus enemigos y golpear los objetivos militares y vitales de Arabia Saudí y sus aliados, todo esto mientras está bajo duro asedio por tierra, mar y aire.
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