Fue hace 11 años, cuando las calles de Libia escenificaron el levantamiento popular que derrocó al régimen del dictador Muamar Gadafi y sus 42 años del poder. La fecha, es una oportunidad para que los libios recuerden los sacrificios que hicieron para establecer la democracia.
Sin embargo, la caída del régimen de Gadafi, condujo a una interminable transición política y a luchas de poder entre regiones rivales del este y oeste. Libia ha tenido desde entonces 9 gobiernos y nunca ha podido organizar una elección presidencial.
Los últimos esfuerzos para formar un gobierno de unidad fracasaron en diciembre pasado tras suspender de manera indefinida las elecciones presidenciales a tan sólo 48 horas del sufragio, por las amargas disputas sobre la base legal de las elecciones y la presencia de candidatos divisivos. Los libios siguen a la espera de una Carta Magna.
La crisis política y de seguridad ha tenido un gran impacto en la vida de los libios. A pesar de contar con las mayores reservas del petróleo de África, los libios aún luchan contra la inseguridad alimentaria, la pobreza y la prestación deficiente de servicios públicos, según la última revisión del Banco Mundial. Unas condiciones que los libios exigen que cambie.
Para tal fin —dicen los organismos internacionales— hace falta que la comunidad internacional reconozca su responsabilidad y que las potencias mundiales dejen de ver en el conflicto libio, un escenario de la guerra subsidiaria.
mag/hnb