En las laderas del Monte Hermón, sirios y palestinos se congregaron en la localidad de Beit Jinn, cerca de la capital, Damasco, denunciando las reiteradas incursiones israelíes y expresando sus condolencias a las familias destrozadas por la última incursión israelí en la aldea.
La aldea también celebró la liberación de Ali Qasem Hamad, detenido a finales de junio. Su regreso animó a los residentes, quienes renovaron su rechazo a la normalización y reafirmaron su compromiso de liberar todos los territorios sirios y palestinos ocupados.
En Beit Jinn, el dolor se ha transformado en un voto colectivo de resiliencia. Los lugareños afirman que el ataque, si bien se cobró vidas, solo ha fortalecido su determinación de defender tanto su tierra como su futuro.
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