“Lo más fascinante fue la reunión que mantuve con Vitali Churkin, porque conozco al tipo. No tenemos por qué estar de acuerdo en muchas cosas, pero podemos hablar con franqueza. Yo expliqué lo que estaba haciendo y él dijo: ‘Martti, siéntate y te digo lo que vamos a hacer’”, ha declarado este martes al diario británico The Guardian el expresidente finlandés Martti Ahtisaari.
Lo más fascinante fue la reunión que mantuve con Vitali Churkin, porque conozco al tipo. No tenemos por qué estar de acuerdo en muchas cosas, pero podemos hablar con franqueza. Yo expliqué lo que estaba haciendo y él dijo: ‘Martti, siéntate y te digo lo que vamos a hacer’, recuerda el expresidente finlandés Martti Ahtisaari.
El exmandatario obraba entonces como mediador entre los cinco miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), pero Washington, Londres y París estaban tan convencidos de que el desmoronamiento del Gobierno sirio era inminente —la prensa occidental lo repitió durante meses— que hicieron caso omiso de la propuesta del representante ruso, Vitali Churkin, refiere Ahtisaari.
Churkin presentó, cuando aun no había transcurrido un año de la crisis siria, un plan de tres puntos que incluía una cesión del poder por parte del presidente sirio, después de que se realizaran conversaciones de paz entre el Gobierno y la oposición sublevada —con el apoyo de Occidente y de sus aliados regionales—.
“Dijo tres cosas: Uno, no deberíamos dar armas a la oposición; dos, deberíamos conseguir que empiece ya un diálogo entre la oposición y Al-Asad; tres, deberíamos encontrar una manera elegante para que Al-Asad se retire”, precisa el expresidente finlandés (1994-2000).

"Dijo tres cosas: Uno, no deberíamos dar armas a la oposición; dos, deberíamos conseguir que empiece ya un diálogo entre la oposición y Al-Asad; tres, deberíamos encontrar una manera elegante para que Al-Asad se retire", refiere Ahtisaari de su conversación con el embajador de Rusia ante las Naciones Unidas, Vitali Churkin.
Para Ahtisaari, es evidente que la propuesta del representante de Rusia ante las Naciones Unidas contaba con el respaldo de Moscú, de donde acababa de regresar Churkin.
Tras transmitir el mensaje de Rusia a estadounidenses, británicos y franceses “no pasó nada, porque creo que todos ellos, y muchos otros, estaban convencidos de que Al-Asad sería expulsado de su cargo en pocas semanas, por lo que no era necesario hacer nada”, cuenta el diplomático.
Tanto Churkin —que ha descrito la conversación con Ahtisaari como “privada”— como distintos diplomáticos occidentales anónimos citados por el diario británico han declinado hacer declaraciones sobre la cuestión.
No pasó nada, porque creo que todos ellos, y muchos otros, estaban convencidos de que Al-Asad sería expulsado de su cargo en pocas semanas, por lo que no era necesario hacer nada, aventura el diplomático finlandés.

En enero de 2012, informes de la Organización de Naciones Unidas (ONU) cifran el número de bajas de la guerra en 5 400 personas. Un año después, la ONU contaba 60 000 muertos en Siria.
La organización decidió dejar de actualizar la lúgubre estadística en enero de 2014, tras haber llegado a 100 000 bajas en julio de 2013, por no poder corroborar la información, mientras que organizaciones de oposición al Gobierno sirio con sede en Londres cifran en 230 000 el número de muertos hasta el pasado mes de junio.
El exministro de Exteriores francés Roland Dumas ha declarado que a finales del verano de 2010, meses antes del conflicto, responsables británicos le ofrecieron participar en una operación de desestabilización e invasión de Siria.
Según documentación estadounidense filtrada por la página Wikileaks, Washington barajaba al menos desde 2006 planes para derrocar al Gobierno sirio, induciendo en las autoridades una “hiperreacción autodestructiva” a un problema de seguridad que desestabilizara el país árabe.
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