• El presidente de EE.UU., Barack Obama.
Publicada: domingo, 13 de marzo de 2016 6:20
Actualizada: domingo, 13 de marzo de 2016 15:03

Investigadores revelan las “razones justas” del presidente de EE.UU., Barack Obama, para no acometer contra Siria en 2013, después de ataques químicos en el país árabe: “las pruebas contra Al-Asad eran cualquier cosa menos ‘algo seguro’”.

“Lo que me dijeron las fuentes de Inteligencia en aquel momento era que las pruebas contra (el presidente de Siria, Bashar) Al-Asad eran cualquier cosa menos ‘algo seguro’”, explica Robert Parry, periodista de investigación estadounidense.

Lo que me dijeron las fuentes de Inteligencia en aquel momento era que las pruebas contra (el presidente de Siria, Bashar) Al-Asad eran cualquier cosa menos ‘algo seguro’”, explica Robert Parry, periodista de investigación estadounidense.

En un artículo publicado en la página Web Consortium News, Parry menciona la insistencia de la élite de la política exterior estadounidense, sobre todo los neoconservadores, en la necesidad de atacar a las fuerzas del Gobierno de Damasco por una supuesta implicación en el uso de gas sarín contra los civiles en agosto de 2013.

Víctimas de un ataque químico perpetrado por terroristas en Guta en los suburbios de la ciudad capitalina de Damasco, agosto de 2013.

 

No obstante, enfatiza, la verdad es que la Inteligencia de EE.UU. no tenía documentos contra el Gobierno de Damasco y no estaba segura de que Al-Asad fuera responsable de ese ataque químico, “hecho que pudo haber afectado las acciones de Obama”.

Había serias dudas entre los profesionales de la Inteligencia sobre muchas de las ‘certezas’ que la élite de la política exterior dominada por los neoconservadores del Washington oficial había aceptado rápidamente como verdades sobre el ataque con gas sarín al culpar a Al-Asad”, anota Parry

“Había serias dudas entre los profesionales de la Inteligencia sobre muchas de las ‘certezas’ que la élite de la política exterior dominada por los neoconservadores del Washington oficial había aceptado rápidamente como verdades sobre el ataque con gas sarín al culpar a Al-Asad”, anota.

De acuerdo con Parry, los neoconservadores consideraban a ese ataque químico como un “catalizador” para lograr el cambio del gobierno en Siria y por tanto un análisis serio de las pruebas era “lo último”.   

En caso de que Obama hubiese rechazado tal iniciativa y no hubiese bombardeado Siria, agrega el periodista, la élite tenía planes para presentar al mandatario como “un débil”.

Al final, hace referencia a las revelaciones de 2014 del periodista de investigación Seymour Hersh sobre la colaboración de la Inteligencia turca y los terroristas sirios en lanzar ese ataque.

“Me han dicho que la Inteligencia de EE.UU. está ahora de acuerdo con los informes de Hersh”, destaca Parry.

El 21 de agosto de 2013, 1429 civiles, entre ellos más de 300 niños, fueron asesinados con gas sarín, en la región de Guta, en los suburbios de la ciudad capitalina de Damasco (suroeste).

Estados Unidos y sus aliados occidentales se aprovecharon de la situación para presionar al presidente sirio, Bashar al-Asad, y estuvieron a punto de invadir el país árabe, cuando medios de comunicación a favor de la oposición siria responsabilizaron al Gobierno de Damasco la autoría del ataque.

Sin embargo, el Gobierno de Damasco rechazó esas acusaciones y en septiembre de 2013 Damasco aceptó destruir todo su arsenal de armas químicas en el marco de un pacto negociado entre Estados Unidos y Rusia.

Al hacer el balance del programa de eliminación de armas químicas en Siria, la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) precisó que el 99,6% del arsenal declarado por Damasco fue destruido.

Varios documentos y pruebas demuestran la implicación de los terroristas y sus patrocinadores regionales y extrarregionales, en particular EE.UU., en la autoría del citado ataque.

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