“No vemos la rendición y la retirada como la forma de lidiar con las conspiraciones y complots de nuestros enemigos. Estamos decididos a resolver los problemas”, ha dicho este jueves el mandatario iraní, Seyed Ebrahim Raisi.
Hablando en una ceremonia celebrada en Tabriz, en el noroeste del país, con la participación de los eruditos religiosos y clérigos de esta ciudad, el presidente iraní ha resaltado que, durante los últimos 44 años, los enemigos han estado ideando conspiraciones para socavar el establecimiento islámico en Irán. Añade que, sólo se pueden superar esos desafíos “si nos hacemos fuertes y construimos un Irán fuerte”.
Tras recordar las declaraciones del Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, de que los enemigos están enfurecidos por los logros de la República Islámica y tratan de minimizarlos, el titular persa ha subrayado que, a pesar de todas las dificultades impuestas a la nación, el pueblo ha convertido todas las amenazas y sanciones en oportunidades.
De acuerdo con Raisi, las autoridades estadounidenses han admitido que la llamada campaña de “máxima presión” de Washington contra la República Islámica no ha logrado sus objetivos previstos.
Ante esta coyuntura, ha proseguido el mandatario, los enemigos han recurrido a difundir rumores, apuntando al estado psicológico de la nación con cifras económicas inexactas y sugiriendo falsamente altos niveles de inflación como parte de su persistente guerra cognitiva e híbrida contra Teherán, en un esfuerzo por obstaculizar el progreso del país.
“A pesar de todas estas conspiraciones, estamos tratando de estabilizar la economía del país, (...)a definitivamente tendremos éxito en este camino”, ha dicho.
EE.UU., bajo el mandatario del expresidente, Donald Trump (2017-2021), restableció duras sanciones económicas contra Irán tras su retirada, en 2018, del acuerdo nuclear, de nombre oficial Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC o JCPOA, por sus siglas en inglés), para obligar a Teherán a firmar un pacto nuclear más intrusivo. No obstante, los embargos de La Casa Blanca y la política de máxima presión, a los que las autoridades iraníes tachan de “terrorismo económico”, han resultado ser un fracaso.
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