En Teherán, el 28 de junio de 1981, alrededor de las 8 y media, el silencio de la noche se rompió con una fuerte explosión. La sede del Partido de la Republica Islámica en la capital del país se desvaneció en una ola de humo y fuego.
Murieron 72 altos funcionarios iraníes, incluidos cuatro ministros, 27 miembros del Parlamento y el presidente de Corte Suprema y secretario del Partido, el ayatolá Mohamad Beheshti. Una gran pérdida que todavía se llora 37 años después. El grupo terrorista Muyahidín Jalq, también conocido como Hipócritas, fue el cerebro y ejecutor del atentado.
Este ocurrió en un momento muy crítico. Los observadores y analistas políticos no esperaban que la República Islámica sobreviviera.
Las agresiones no acabaron allí. El grupúsculo terrorista continuó con los asesinatos de funcionarios de primer rango e incluso de gente común. En 1986, huyó a Irak, donde recibió el respaldo del dictador iraquí Saddam Husein para llevar a cabo sus actos terroristas, matando al menos a 12 mil personas desde 1979.
El grupúsculo terrorista Muyahidín Jalq fue retirado hace unos años de la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, lo que plantea muchos problemas, especialmente para los grupos pro derechos humanos.
Samaneh Kachui, Teherán.
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