“Contrario a la propaganda del bloque de Netanyahu, el primer ministro israelí no logró cambiar el rostro de Asia Occidental. A nivel regional ningún país colapsó, ningún nuevo poder”, afirmó el escritor israelí Haim Levinson en un artículo en el diario Haaretz.
Añadió que el Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS) Hasta el último día de la guerra, mantuvo su estructura organizativa, su liderazgo político y su sistema de mando y control en Gaza. No se produjo ninguna escisión en sus filas ni surgió un grupo sustituto. No hubo negociaciones de rendición ni acuerdos secretos.
Sin embargo, declaró que, en cambio, las milicias vinculadas a Israel en Gaza son extremadamente frágiles y, con la retirada del ejército, desaparecerán.
Precisó además que HAMAS concluye esta batalla con dos logros importantes: el primero, haber devuelto la causa palestina al centro de la atención mundial. Netanyahu soñaba con enterrar esta causa, buscando dividir al pueblo palestino y establecer relaciones con los países árabes sin tenerlos en cuenta.
El segundo logro, según el autor, es la liberación de los prisioneros palestinos. “En la conciencia palestina, los prisioneros son el reflejo de los cautivos israelíes, y su liberación constituye una cuestión nacional fundamental”.
En la conclusión de su análisis, señaló que “el poder militar solo proporciona una alegría efímera, pero no construye victorias. La verdadera victoria reside en la traducción política de los logros en el campo. Israel ha demostrado una vez más su incapacidad al respecto, al hallarse atrapado en las disputas de políticos fracasados, en conflictos de intereses y en una crónica incapacidad para tomar decisiones”.
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