La ofensiva israelí hace que el mes de Ramadán sea diferente en comparación con los años anteriores. El mundo musulmán inició este lunes, el sagrado mes del Ramadán, sinónimo de copiosas comidas en familia cuando se pone el sol, pero este año los palestinos de Gaza no están para festejos, ni tienen alimentos para comer.
El Ramadán en Gaza comenzó a la luz de la guerra genocida israelí, con un estancamiento en las negociaciones, mientras el hambre empeora en toda la Franja y no se vislumbra un final para esta guerra que ha devastado el enclave.
Las familias normalmente rompían el ayuno diario con banquetes festivos, pero incluso en el sur de la Franja donde hay algo de comida disponible, solo se encuentra poco más que productos enlatados y a unos precios desorbitados. Sin embargo, en el norte, Israel ha puesto restricciones para impedir la entrega de ayuda humanitaria, y los gazatíes aseguran que no encuentran literalmente nada para comer. Al menos 27 personas, en su mayoría niños, han muerto por desnutrición y deshidratación en el norte de Gaza, según fuentes sanitarias.
Con todo esto, los gazatíes siguen firmes y resistiendo, y su única demanda es el fin de la guerra y el retorno a sus viviendas, cueste lo que les cueste.
La guerra ha expulsado de sus hogares a más del 80% de la población de Gaza, y ha empujado a cientos de miles de gazatíes al borde de la hambruna. Esto ha dejado que este mes de Ramadán sea el peor de todos estos últimos años.
Este año no hay luces de Ramadán, ni reuniones, ni almuerzos familiares, ni siquiera oraciones colectivas, por el temor a los bombardeos israelíes. Los gazatíes intentan vivir el día a día porque saben que puede ser el último. La línea entre la vida y la muerte es cada vez más frágil en la Franja de Gaza.
Huda Emad Hegazi, Gaza.
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