En vísperas del Año Nuevo, concretamente el 27 de diciembre de 2008, Israel lanzó una ofensiva militar contra Gaza por aire, tierra y mar.
En esta guerra, considerada una de las operaciones más sangrientas desde 1967 contra el enclave fronterizo, perdieron la vida más de 1400 palestinos, 960 de los cuales eran civiles, entre ellos 288 menores, y fueron destruidos numerosos bienes palestinos.
Informes apuntan a que, en la primera semana de los asaltos, el régimen sionista llevó a cabo al menos 300 ataques aéreos y marítimos contra domicilios, instalaciones de seguridad y entrenamiento, talleres e instituciones públicas y privadas, así como mezquitas e instalaciones educativas en el enclave costero.
En el octavo día de la guerra, Israel inició una invasión terrestre a Gaza, recurriendo al fuego de artillería, para intensificar los ataques contra un pueblo que no tenía armas pesadas, ni tanques, ni fuerza aérea, ni tampoco una armada.
En los últimos días de la ofensiva, los israelíes empezaron a utilizar armas químicas (fósforo blanco), de acuerdo con las pruebas documentadas en el marco de las investigaciones de varias ONG.
Durante las tres semanas de la agresión israelí, las fronteras de Gaza estuvieron completamente cerradas, por lo que la población civil no pudo huir del sitiado enclave costero.
Transcurridos 14 años de esa agresión violenta, Israel sigue cometiendo todo tipo de crímenes contra los palestinos, eludiendo la responsabilidad por sus acciones y la Franja de Gaza sigue siendo bloqueada.
Además, Gaza fue objetivo de otras dos guerras a manos de Israel en 2012 y 2014. Según reportes, casi 4000 palestinos fueron asesinados durante las referidas tres ofensivas.
La Franja también fue escenario de otros ataques de Israel durante 11 días en mayo de 2021, los cuales dejaron decenas de palestinos muertos.
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