A los 61 años, es reconocido como uno de los principales negociadores del acuerdo nuclear de 2015. Su carrera, marcada por un notable ascenso, sigue una senda similar a la de su difunto predecesor, Hosein Amir Abdolahian. Al igual que Amir Abdolahian, Araqchi comenzó como analista político en el Ministerio de Asuntos Exteriores.
Nacido en Teherán en el seno de una familia conservadora y religiosa de comerciantes, Araqchi ha seguido el camino de sus dos hermanos mayores, quienes aún gestionan el negocio familiar. En su libro “El poder de la negociación”, Araqchi explica cómo su entorno comercial le ha proporcionado una perspectiva única para la diplomacia.
Como muchos jóvenes iraníes, se alistó como voluntario en la guerra Irán-Irak (1980-1988), una experiencia que, según él, marcó un antes y un después en su visión política. En un discurso sobre el programa de misiles de Irán en 2018, Araqchi señaló: “Aún recordamos los cazas franceses Super Etandard, los tanques británicos Chieftain, las armas químicas alemanas, los aviones Awax estadounidenses y los dólares saudíes que alimentaron la guerra de Irak contra Irán”.
La experiencia en la Guardia Revolucionaria también dejó una profunda huella en su vida. En una entrevista en 2015, comentó: “Después de 1989, cuando ingresé al Ministerio de Asuntos Exteriores, me separé oficialmente de los Guardianes de la Revolución, pero en mi corazón, no. Es decir, mi corazón aún está allí.”
Araqchi obtuvo una licenciatura en Relaciones Internacionales, un máster en Ciencias Políticas en la Universidad Islámica Azad de Teherán en 1991, y un doctorado en Política y Gobierno en la Universidad de Kent, en el Reino Unido.
A lo largo de su carrera, ha ocupado varios cargos destacados. Fue embajador de Irán en Finlandia entre 1999 y 2003 y dirigió el departamento de Europa Occidental del Ministerio de Relaciones Exteriores de 2003 a 2004, durante las primeras negociaciones sobre el programa nuclear de Irán con Reino Unido, Francia y Alemania. En 2005, fue ascendido a Viceministro de Relaciones Exteriores para Asuntos Legales. En 2008, asumió el cargo de embajador en Japón y, en 2011, fue designado Director de Asuntos de Asia y el Pacífico, cargo que mantuvo hasta 2013.
Tras la elección de Hassan Rouhani como presidente en 2013, Javad Zarif, entonces ministro de Relaciones Exteriores, reclutó a Araqchi como su viceministro para las negociaciones nucleares. Wendy Sherman, la embajadora estadounidense que también participó en las negociaciones, describió a Araqchi en sus memorias publicadas después del acuerdo nuclear JCPOA como una persona “terca, decidida y serena”.
Durante las negociaciones y posteriormente, Araqchi logró forjar una imagen distintiva como el “diplomático Poker Face” de Irán, hasta el punto de que era imposible leer sus emociones o reacciones en los eventos. Wendy Sherman ilustra esta percepción con una anécdota: en medio de una sesión de seis horas sin avances, Zarif se tomó la cabeza entre las manos y se retiró de la mesa de negociaciones. Kerry, el secretario de Estado, mostró su frustración golpeando el escritorio con tal fuerza que su bolígrafo salió disparado y golpeó a Abbas Araqchi. La reacción de los presentes fue de sorpresa, dado que Kerry rara vez se encolerizaba y un gesto como lanzar un bolígrafo es extremadamente inusual en reuniones diplomáticas. Kerry se disculpó rápidamente por el incidente, y Araqchi, con una expresión impasible, simplemente asintió con la cabeza. Las difíciles negociaciones continuaron, aunque con mayor cautela.
Seyed Abbas Araqchi, propuesto por Masud Pezeshkian para el cargo de Ministro de Asuntos Exteriores, presentó su programa titulado “Política Exterior Integral, Activa y Eficaz” antes de comparecer ante la Comisión de Seguridad Nacional y Política Exterior del Parlamento. En este documento, el candidato destaca como objetivos clave de la Decimocuarta Administración: “asegurar los intereses nacionales y preservar y aumentar la riqueza nacional”, “fortalecer la seguridad nacional y mejorar el poder” y “mantener la dignidad y elevar el estatus”.
Araqchi se compromete a fomentar una “interacción honorable, funcional y orientada a las oportunidades desde una posición de igualdad y basado en el respeto mutuo” con Europa, mientras que con Estados Unidos se centrará en la “gestión de la hostilidad”. Además, señala que orientará sus esfuerzos hacia la “lucha contra las políticas hostiles de Estados Unidos y del régimen sionista”.
Otro de sus planes es prestar atención a los derechos y la participación de Irán en corredores y vías de tránsito. En su programa, Araqchi menciona que buscará “evitar la explotación de las capacidades geográficas del país, especialmente en el transporte regional y el tránsito internacional, así como en el ámbito de la energía” y utilizará la diplomacia energética de manera efectiva.
“Continuar las relaciones sólidas con China y Rusia, expandir la cooperación con economías emergentes como India, Indonesia, Sudáfrica y Brasil”, “facilitar las relaciones comerciales y económicas con los vecinos, especialmente en las áreas fronterizas” y “ayudar a contener y resolver problemas climáticos y medioambientales a través de la cooperación regional e internacional, prestando especial atención a la diplomacia del agua” son otros de los programas que Seyed Abbas Araqchi plantea como Ministro de Asuntos Exteriores.
En el ámbito de la «diplomacia económica», Araqchi tiene previsto orientar la política exterior hacia el avance económico del país y aprovechar todas las capacidades disponibles para facilitar el trabajo y ofrecer esperanza a los empresarios, especialmente al sector privado.
El ministro propuesto de Asuntos Exteriores, Seyed Abbas Araqchi, ha delineado su visión para el cargo con una serie de prioridades clave. Araqchi ha destacado que promoverá la política de buena vecindad, instaurada por el gobierno del presidente Raisi, y aprovechará al máximo las capacidades de organizaciones regionales como la Organización de Cooperación de Shanghái, los BRICS, la Unión Económica Euroasiática, y otras similares. Además, tiene previsto ampliar el “campo de la diplomacia” hacia África, América Latina y el Este de Asia.
Entre sus objetivos principales, Araqchi aboga por una “diplomacia equilibrada y funcional”, con énfasis en el “apoyo integral a la resistencia y a los derechos del pueblo palestino”. También plantea la revisión de las funciones de las embajadas y representaciones de Irán en el extranjero, y la adopción de un enfoque interno que sea “hermano, responsable y basado en el diálogo”.
En el ámbito de la seguridad nacional, Araqchi se propone elevar la diplomacia como una herramienta clave para la producción y gestión del poder, en coordinación con otras autoridades, instituciones y organismos relevantes. Su enfoque incluye el “uso combinado de elementos materiales y espirituales del poder, tales como el poder duro, el poder blando, el poder inteligente y el poder significativo”. Además, se compromete a “mantener y fortalecer la capacidad de disuasión del país en la región y más allá, a través de una diplomacia activa tanto regional como internacional, con una completa coordinación entre el ámbito militar y la diplomacia”. También pretende “fortalecer a los países y entidades aliadas o asociadas con Irán y expandir y consolidar la profundidad geopolítica del país, especialmente en el eje de resistencia”.
En su programa, Araqchi incluye una “respuesta firme, efectiva y oportuna a los focos de riesgo y a las políticas y decisiones amenazantes”. Asimismo, ha subrayado su intención de evitar la “reconstrucción del consenso de seguridad global contra Irán, especialmente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”.
En resumen, el recién designado Ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Abbas Araqchi, ha delineado una agenda que incluye: la coordinación total entre la diplomacia y el aparato militar, el apoyo incondicional al “Eje de Resistencia”, un compromiso pragmático con Europa, la prevención de la formación de consensos en contra de Irán en el Consejo de Seguridad de la ONU (en parte, en relación con las preocupaciones sobre el mecanismo de reactivación del JCPOA con su plazo en octubre de 2025) y la eliminación de las sanciones a través de negociaciones “selectivas”.
Por Xavier Villar