Esta iniciativa iraní, presentada durante la 27ª reunión ministerial del Foro de Países Exportadores de Gas (GECF), fue bien recibida por los miembros y podría allanar el camino hacia la creación de un organismo gasífero similar a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
La idea, planteada por primera vez en la reunión de Doha de 2024 y seguida en Teherán en 2025, podría crear un bloque de gas con una influencia similar a la de la OPEP, que desde hace mucho tiempo ha dado forma a los mercados petroleros mundiales.
La propuesta de Irán de elevar la GECF a la categoría de “Organización de Países Exportadores de Gas” es, en realidad, un intento de consolidar el poder colectivo y establecer un mecanismo vinculante en la toma de decisiones sobre la política del mercado global de gas.
Esta medida llega en un momento de grandes cambios en el sector energético. Desde la guerra en Ucrania y las consiguientes sanciones occidentales, el gas natural ha pasado de ser considerado una solución provisional a una fuente de energía crucial para mantener la seguridad, especialmente en Europa y Asia.
Irán y Rusia, que en conjunto poseen más del 40 % de las reservas mundiales de gas, consideran esta iniciativa una oportunidad para reforzar su papel en los mercados globales. Sostienen que mantener una actitud pasiva dejaría a los países productores vulnerables ante la presión de los principales consumidores y las fluctuaciones del mercado.
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El plan de Irán es tanto económico como político. El país argumenta que el gas ya no debería limitarse a apoyar las políticas climáticas occidentales, sino que debería estar en el centro de la transición energética.
Si el gas es crucial para la seguridad energética de Europa y Asia, los productores deberían tener voz y voto en el funcionamiento del mercado.
Mediante la creación de una organización jurídicamente vinculante, Irán pretende que el gas pase de ser un producto reactivo, influenciado por la geopolítica, a uno con poder regulador independiente.
La OGEC, por otra parte, exigiría que sus miembros acataran las decisiones aprobadas por una mayoría cualificada, lo que daría al grupo un poder real de toma de decisiones.
Parte del plan también incluye la creación de nuevos modelos de cooperación económica para protegerse de las sanciones. En la cumbre de Teherán, Irán propuso grupos de trabajo conjuntos de inversión para grandes proyectos de gas.
La idea es sencilla: si Irán, Rusia y China invierten conjuntamente en un proyecto como la tercera fase de Pars del Sur, cada dólar invertido se considera propiedad compartida.
Esto vuelve más arriesgadas las sanciones contra un solo país, ya que podrían afectar a todo el proyecto multinacional.
Esta colaboración permite distribuir los riesgos, acelerar el desarrollo de oleoductos y proyectos de GNL, y fomentar la inversión en industrias asociadas, como la refinación y la petroquímica.
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