Con la mediación de la Federación de Rusia y Turquía, el denominado “Ejército Nacional Libio”, comandado por el general Jalifa Haftar, y el Gobierno de Acuerdo Nacional de Libia, llegaron a un acuerdo condicionado para poner fin a las hostilidades.
El alto el fuego se produjo después de la escalada reciente de combates, que ya han llegado a Trípoli, la capital, y amenazan la vida de millones de personas. También hubo presiones por parte de las Naciones Unidas y las potencias europeas, a favor de esfuerzos internacionales que acaben con la participación extranjera en el conflicto y hagan posible un proceso de paz.
Sin embargo, horas después de la entrada en vigor de la tregua, ambas partes denunciaron violaciones del cese el fuego. Según expertos, cualquier intento de imponer un alto el fuego duradero será difícil de aplicar, debido a la naturaleza fragmentada de las coaliciones militares de Libia, con facciones dispares y combatientes extranjeros desplegados en ambos lados.
Libia se encuentra en conflicto desde 2011, tras la caída de Muamar Gadafi en medio de la Primavera Árabe. Sin embargo, la situación se ha recrudecido debido a las operaciones de Haftar apoyadas por países como Egipto y Emiratos Árabes.
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