Hassan Ezzedine, representante de Hezbolá en el Parlamento libanés, ha asegurado que cualquier intento de desarmar a los grupos de Resistencia equivaldría a destruir la capacidad defensiva del país y abriría paso a una nueva invasión terrestre, parte del proyecto expansionista del régimen israelí en la región.
Durante la ceremonia de graduación de estudiantes en Al-Duwair, Ezzedine ha subrayado que el armamento de la Resistencia constituye “poder y garantía de la seguridad del Estado y del país”.
Ha señalado que, en 2017, el Ejército libanés se benefició de las capacidades de la Resistencia para enfrentar a grupos takfiríes, considerados, a su juicio, una amenaza existencial y la otra cara del enemigo sionista.
El parlamentario ha advertido que desarmar a la Resistencia sería un intento peligroso de privar a Líbano de su capacidad defensiva, lo que podría desembocar en una nueva invasión terrestre, similar a lo ocurrido en Siria.
Además, ha enfatizdo que las armas no solo pertenecen a Hezbolá, sino a la mayoría del pueblo libanés, que no está dispuesto a entregarlas, considerándolas garantía de unidad y soberanía.
El pronunciamiento se produce tras la aprobación, el 5 de agosto, por el gabinete libanés de un plan, impulsado bajo presión del enviado especial estadounidense Thomas Barrack y sin la participación de representantes chiíes, para “concentrar el armamento en manos del Estado” y reforzar la presencia del Ejército en zonas fronterizas.
Hezbolá ha advertido que el plan contradice el derecho de Líbano a defenderse, y su secretario general, Sheij Naim Qassem, calificó la decisión del Gobierno como “sumamente peligrosa”, señalando que viola el pacto nacional y pone en riesgo la seguridad del país.
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