Delegaciones de 49 países y la Unión Africana, incluidos 45 líderes nacionales africanos, asisten a una cumbre de tres días, que comenzó el martes, la primera de su tipo desde 2014, donde el presidente estadounidense, Joe Biden, pretende reposicionar a su país en el continente de África.
Para seducir a socios africanos a veces reacios, el asesor de Seguridad Nacional de EE.UU., Jake Sullivan, prometió el martes dedicar “55 000 millones de dólares a África durante tres años”, además de dedicar una nueva ayuda humanitaria de aproximadamente 411 millones de dólares para Somalia, amenazada por la hambruna debido a una sequía en curso.
Por su parte, el secretario de Defensa de EE.UU., Lloyd Austin, señaló que tanto Rusia como China están ampliando su “huella” en África “diariamente” a través de su creciente influencia económica. Lo que, a su juicio, crea problemas que eventualmente “serán desestabilizadores”.
En reacción, el portavoz de la Cancillería china, Wang Wenbin, ha dicho este miércoles que “debería respetar la voluntad del pueblo africano y tomar medidas concretas para ayudar al desarrollo de África, en lugar de concentrar sus esfuerzos en difamar y atacar a otros países”.
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En los últimos años, tanto Pekín como Moscú se han esforzado por fortalecer sus lazos con distintos países del continente africano a través de inversiones en minería, producción de petróleo y gas, finanzas, agricultura y tecnología nuclear a pesar del descontento occidental.
Es más, según un análisis de Eurasia Group, en 2021, el comercio entre China y África, con 254 000 millones de dólares, superó con creces el comercio entre Estados Unidos y África, que se situó en 64 300 millones de dólares.
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