• El submarino polivalente K-419 Kuzbass de proyecto 971 Schuka-B en el puerto de Vladivostok, Rusia.
Publicada: miércoles, 5 de febrero de 2020 10:54

Las acciones de la Armada de EE.UU., que ya no es la única fuerza en el Atlántico, donde Rusia despliega cada vez más submarinos, se complican por tácticas rusas.

“El Atlántico es un espacio de batalla que no se puede ignorar, nuestra nueva realidad es que cuando nuestros marineros zarpan pueden esperar estar operando en un espacio disputado una vez que abandonen Norfolk (este)”, dijo el martes el vicealmirante estadounidense Andrew Lewis, comandante de la Segunda Flota en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, citado por el portal local USNI News.

El comandante agregó que las fuerzas marítimas de su país están viendo un número cada vez mayor de submarinos rusos desplegados en el Atlántico, cuales son más competentes que nunca, siendo desplegados “por períodos más largos de tiempo y con sistemas de armas más letales”.

Lewis, en otra parte de sus declaraciones, subrayó que Rusia había regresado a sus bases de la era soviética en el Ártico, construyendo nuevas instalaciones militares e incluso un rompehielos con capacidad de manejar “los misiles Calibre de alcance extendido”.

En tanto, para ilustrar los recientes desafíos para la Marina de su país, el titular norteamericano mencionó el caso de fines del 2019 cuando el destructor estadounidense USS Mahan (DDG-72) [destructor tipo Arly Burke], que estaba en el mar durante la restauración de la preparación para el combate, colisionó con un buque de inteligencia ruso que se encontraba en la costa este de Estados Unidos.

 

Ante tal situación, Lewis dijo que los barcos estadounidenses “ya no pueden esperar operar en el refugio seguro en la costa este o simplemente cruzar el Atlántico sin obstáculos para operar en otra ubicación”.

La segunda flota, responsable de la costa este y el océano Atlántico norte, fue desactivada en 2011 bajo el supuesto de que las amenazas militares en la región disminuyeron después del final de la Guerra Fría, pero, como las tensiones con Rusia resurgieron, se reactivó a la Segunda Flota en 2018 con su sede en Norfolk, Virginia, y fue declarada completamente operativa.

En estas condiciones, la segunda flota, como la tercera (su contraparte en la costa oeste), se convierte en un lugar para que los barcos de combate practiquen tácticas antes de partir hacia los confines de los océanos.

Sin embargo, el vicealmirante aseguró la capacidad de la Segunda Flota para garantizar la transferencia de las fuerzas expedicionarias al norte o al Comando Europeo de los Estados Unidos, confirmando así que se mantuvo el control sobre la situación en el Atlántico oeste.

Las relaciones entre Moscú y Washington se han tensado en torno (entre otros procesos) a la crisis de Ucrania y a las presuntas injerencias rusas en las presidenciales estadounidenses de 2016, que el Kremlin niega. La presencia militar rusa en Siria, así como la decisión unilateral de EE.UU. de suspender sus diálogos con Rusia sobre la crisis en el país árabe, son unos ejemplos de actos que no han hecho más que tensar los nexos Moscú-Washington.

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