Una y otra vez se vuelve a poner en tela de juicio la honestidad de Hillary Clinton. El Buró Federal de Investigaciones ha reabierto el caso de los correos electrónicos, desequilibrando la campaña de la ex secretaria de Estado y, al mismo tiempo, reviviendo la parcialmente dañada carrera de Donald Trump.
Esto, sin lugar a dudas, es un escenario similar pero a la inversa de lo que ocurrió en las elecciones del año 2000.
Y es que aunque las encuestas señalan que Hillary Clinton no goza de una absoluta credibilidad ante los votantes, su experiencia en la Casa Blanca como esposa de Bill Clinton es una carta bajo la manga que podría estar distrayendo a quienes aún no saben por quién quieren votar.
Sin embargo, aunque los escándalos de los correos electrónicos han podido hacer mella en la campaña demócrata, no todo es color de rosa para el Partido Republicano.
Lo cierto es que estas elecciones pasarán a la historia como las más icónicas y escandalosas de la historia de los Estados Unidos y, hoy por hoy, como en un juego de pelota, "esto no se acaba hasta que se acaba".
A estas alturas, para muchos republicanos el verdadero temor no es de que Hillary Clinton gane la presidencia. Ahora, más bien, la batalla política es sobre el control del Senado, que a fin de cuentas es el que siempre ha dictado las leyes que debe de seguir el país, incluyendo a quien se sienta en la oficina ovalada.
Víctor Cordero, Los Ángeles.
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