La venta aprobada, de un valor de cerca de 700 millones de dólares, incluye un número no especificado de bombas antibúnker BLU-109, producidas por las empresas militares Ellwood National Forge y General Dynamics Ordnance and Tactical Systems.
El BLU-109, debido a su peso, solamente puede ser transportado y lanzado mediante algunos aviones de guerra como los F-16 Fighting Falcon de las que la Fuerza Aérea de Turquía tiene más de 220.
La venta de las mencionadas bombas antibúnker a Turquía fue elogiada por parte de los oficiales turcos quienes indicaron que las usarán durante sus enfrentamientos con los kurdos tanto en Irak como en Siria.
El acuerdo [de la venta] se ha concretado al mismo tiempo que nosotros estamos en medio de guerra asimétrica y necesitamos bombas inteligentes”, dijo un oficial turco a la revista estadounidense Defense News.
“El acuerdo [de la venta] se ha concretado al mismo tiempo que nosotros estamos en medio de guerra asimétrica y necesitamos bombas inteligentes”, dijo un oficial turco a la revista estadounidense Defense News.
En los últimos meses se han aumentado de manera significativa los enfrentamientos entre el Gobierno de Turquía y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo) a raíz de un atentado suicida (cuya autoría los kurdos atribuyen a Ankara), que tuvo lugar el pasado 20 de julio durante un mitin de activistas kurdos en la ciudad turca de Suruç, cerca de Siria, con un saldo de 32 muertos y centenares de heridos.
Este hecho dio fin a los diálogos de paz iniciados en 2012 que buscaban encontrar una solución pacífica al conflicto que ha cobrado la vida de más de 45.000 personas desde 1984 y ha convertido a partes del sureste de Turquía en zonas de guerra.
Los ataques de Ankara a los combatientes kurdos, que luchan contra el grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe), ha levantado las sospechas de algunos funcionarios y expertos en que Turquía, en realidad, busca prestar apoyo a Daesh mediante sus ataque a las posiciones de los PKK.
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