“Observamos todas y cada una de las estrellas de entre ese cúmulo y, como Sherlock Holmes cuando seguía los pasos en falso de una banda criminal con su lupa, tratamos de encontrar alguna evidencia de la presencia de agujeros negros, aunque sin verlos directamente”, afirma Sara Saracino, del Instituto de Investigación Astrofísica de la Universidad John Moores de Liverpool (Reino Unido), que ha liderado el estudio.
La investigación alerta que, pese a ser catalogado como “pequeño”, el agujero, que se encuentra en la Gran Nube de Magallanes, es unas 11 veces más masivo que el Sol, conforme al estudio publicado el jueves por el Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés).
Es la primera vez que se encuentra un agujero negro en un cúmulo joven de estrellas joven, de solo unos 100 millones de años.
El descubrimiento se produjo después de detectar su influencia en el movimiento de una estrella cercana utilizando el telescopio Very Large Telescope (VLT) del ESO. Los investigadores creen que el método podría emplearse en el futuro para descubrir agujeros negros ocultos en la Vía Láctea o galaxias cercanas y para ayudar a arrojar nueva luz sobre sobre cómo se forman y evolucionan estos misteriosos objetos.
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