• Ilustración del impacto de un asteroide a la Tierra.
Publicada: miércoles, 1 de noviembre de 2017 18:01
Actualizada: jueves, 2 de noviembre de 2017 13:03

El impacto del asteroide Chicxulub, que aniquiló a los dinosaurios, lanzó probablemente a la atmósfera mucho más gas de azufre tóxico de lo que se pensaba.

El impacto en la Tierra del Chicxulub, de aproximadamente 12 kilómetros de ancho, ocurrió hace 66 millones. La colisión tuvo lugar cerca de lo que ahora es la península de Yucatán, en el Golfo de México, según una nueva investigación.

El asteroide se cita a menudo como una posible causa de la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno, que aniquiló hasta el 75 por ciento de todas las especies de plantas y animales entonces existentes, incluidos los dinosaurios. 

La colisión tuvo consecuencias planetarias, porque arrojó a la atmósfera cantidades inmensas de polvo, azufre y dióxido de carbono. El polvo y el azufre formaron una nube que reflejaba la luz del sol y redujo drásticamente la temperatura de la Tierra.

En la nueva investigación, los autores usaron un código de ordenador que simula la presión de las ondas de choque creadas por el impacto para estimar la cantidad de gases liberados en diferentes escenarios de impacto. Cambiaron variables como el ángulo del impacto y la composición de las rocas vaporizadas para reducir la incertidumbre de sus cálculos.

 

Los nuevos resultados muestran que el impacto probablemente liberó aproximadamente 325 gigatoneladas de azufre y 425 gigatoneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, más de 10 veces las emisiones humanas globales de dióxido de carbono en 2014. En contraste, para un estudio anterior de Geophysical Research Letters que modeló el clima de la Tierra después de la colisión se asumieron 100 gigatoneladas de azufre y 1.400 gigatoneladas de dióxido de carbono expulsadas como resultado del impacto.

Los métodos del nuevo estudio destacan por incluir sólo en los cálculos los gases que fueron expulsados hacia arriba con una velocidad mínima de 1 kilómetro por segundo. Los eyectados a velocidades más lentas no alcanzaron una altitud lo suficientemente alta como para permanecer en la atmósfera e influir en el clima, según Natalia Artemieva, científica del Instituto de Ciencia Planetaria de Tucson (Arizona) y coautora del nuevo estudio. 

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