La voracidad de las llamas consume la Amazonía, el pulmón verde del Planeta lleva semanas ardiendo sin control. Los miles de focos activos han afectado ya a un millón de hectáreas no solo en Brasil, sino en varios países, animales, vegetación y vidas humanas.
La preocupación también se trasladó a la cumbre del G7 en Biarritz de Francia. Los miembros de este club, Alemania, Canadá, Francia, Estados Unidos, Japón, Italia y el Reino Unido, han acordado movilizar millones de dólares en ayuda.
Los incendios y la gestión del Gobierno del presidente Jair Bolsonaro han provocado una ola de indignación internacional. En Bruselas, cientos de personas se han manifestado frente a la embajada de Brasil.
Manifestantes y ambientalistas culpan a Bolsonaro de ser cómplice de los incendios. Mientras esta selva mantiene su función vital de absorber el dióxido de carbono y producir el 20 % del oxígeno de la Tierra, las políticas capitalistas y medioambientales del presidente brasileño han favorecido la deforestación para ganar suelo agrícola.
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