El segundo día del juicio contra Rousseff tuvo un tenso inicio, pero 90 minutos bastaron para que disputas entre opositores y oficialistas en el recinto del Senado, como telón fondo, coadyuvaran a suspender el proceso destituyente.
La sesión de juicio político se convirtió en una batalla a gritos y cruces de acusaciones al punto que el presidente del Poder Legislativo, Renán Calheiros, del Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB), y al que también pertenece el presidente interino Michel Temer, tuviera que pedir a sus colegas “calma” para que el Senado no sea visto como un “manicomio”.
No obstante, la tensión se elevó cuando el mismo Calheiros perdió el control frente al micrófono y le respondió a la senadora Gleisi Hoffman, del Partido de los Trabajadores (PT), de Rousseff, quien había dicho el día previo que el Senado no tenía moral para juzgar a la presidenta suspendida.
En una bizarra y acalorada discusión con Hoffman y otros senadores, y el revuelo generalizado en el recinto del Senado, el presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Ricardo Lewandowski, se vio obligado a suspender la sesión por segundo día consecutivo a la espera de los testigos de la defensa.
La última fase del juicio contra Rousseff, acusada de irregularidades en la gestión de las cuentas públicas comenzó el jueves y se extenderá por cuatro o cinco días, durante los cuales declararán los últimos testigos de la acusación y la defensa. El lunes 29, Rousseff, quien asumirá personalmente su defensa, presentará sus argumentos finales intentando convencer a los senadores de que es inocente y víctima de un "golpe parlamentario".
Rousseff necesita que una mayoría calificada del Senado vote a su favor, es decir, dos tercios del total de 81 senadores para conservar el cargo, de lo contrario si finalmente es destituida su vicepresidente, Michel Temer, acusado por Rousseff de "traidor" y "golpista", gobernará hasta finales de 2018.
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