• Se congregan los jefes de delegación para participar en la IV Cumbre Celac-UE en el Centro de Convenciones Estelar Santamar, Colombia. (Foto: El País)
Publicada: domingo, 9 de noviembre de 2025 23:03

Durante la cumbre CELAC-UE en Santa Marta, Brasil y Cuba han condenado la Doctrina Monroe y las injerencias externas, reafirmando la paz y soberanía regional.

“Somos de una región de paz y queremos permanecer en paz”. Con esta afirmación rotunda, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha marcado una línea roja ante las crecientes amenazas de intervención militar extranjera en América Latina, durante su intervención en la ciudad colombiana de Santa Marta.

Desde la cumbre que ha reunido a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) con la Unión Europea (UE), Lula ha señalado que “la amenaza del uso de la fuerza militar ha vuelto a formar parte del cotidiano” regional. El mandatario ha denunciado “el reciclaje de viejas maniobras retóricas para justificar intervenciones ilegales”, en clara referencia a la histórica política intervencionista de Estados Unidos.

La postura de Brasil no ha estado aislada, y el vicepresidente cubano, Salvador Valdés Mesa, también ha condenado los intentos de reactivar la Doctrina Monroe, siendo tajante al afirmar: “Debemos actuar para detener la agresión y la infiltración militar”. Cuba ha expresado, además, su solidaridad con Colombia, a la que considera víctima de presiones externas, y ha condenado sin rodeos “el genocidio militar perpetrado por Israel en Gaza”, que ha sumido al pueblo palestino en una crisis humanitaria sin precedentes.

Según Valdés Mesa, los avances logrados en la asociación birregional “no son suficientes” y ha exigido compromisos más firmes en términos de cooperación y respeto a la soberanía nacional.

Por su parte, Lula ha sostenido que la democracia “sucumbe cuando el crimen organizado corrompe las instituciones, invade los espacios públicos y destruye familias”, y ha reconocido que la seguridad es tanto un deber del Estado como un derecho humano fundamental. No obstante, ha dejado claro que no existe “solución mágica”. Según el mandatario, la respuesta pasa por asfixiar el financiamiento del crimen organizado y cortar el tráfico de armas, y ha subrayado un punto clave: “Ningún país puede enfrentar este desafío aisladamente”. De ahí su llamado a fortalecer la cooperación regional mediante acciones coordinadas.

 

Mientras tanto, Estados Unidos ha intensificado su presencia militar en el Caribe desde finales de agosto, desplegando destructores, aeronaves de patrullaje marítimo y, más recientemente, un portaaviones. El Departamento de Guerra de EE.UU. (Pentágono) ha defendido la operación como “una misión de interdicción marítima” contra redes internacionales de narcotráfico que —según Washington— operan desde Venezuela y otras zonas costeras de América del Sur.

Sin embargo, la operación ha dejado decenas de muertos y embarcaciones destruidas en aguas caribeñas, lo que ha generado preocupación en varios gobiernos de la región, que observan con alarma la creciente presencia militar extranjera, que pone en riesgo la soberanía regional.

Por su parte, el presidente colombiano Gustavo Petro, anfitrión de la cumbre, ha propuesto una visión alternativa para enfrentar las crisis globales y ha planteado la construcción de una “democracia global” basada en el reconocimiento de la diversidad: “La bandera sigue siendo la misma: una humanidad libre y una democracia global que permita nuestra diferencia de todo tipo, que son nuestra riqueza”.

Petro ha destacado que la democracia debe edificarse desde la pluralidad y el respeto a las diferencias históricas y culturales, y ha advertido que “Una humanidad unánime es una humanidad muerta”. Además, ha sugerido que el diálogo entre la Celac y la Unión Europea se convierta en un modelo de entendimiento entre civilizaciones.

La ciudad de Santa Marta acoge la cuarta cumbre de líderes de la Unión de UE y los 33 países de la Celac en una situación que la región del Caribe es azotada por el militarismo del Gobierno de Estados Unidos bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico, que ha dejado ya unos 70 muertos.

Lo ocurrido en Santa Marta ha reflejado un consenso cada vez más sólido entre los países latinoamericanos: la región ha reafirmado, una vez más, los principios de no intervención y solución pacífica de controversias, que constituyen su seña de identidad histórica.

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