Según los medios locales, los manifestantes que coreaban eslóganes como “Fuera ahora las tropas estadounidenses”, se enfrentaban con las fuerzas de seguridad de Filipinas.
Los congregados también han expresado su indignación por la participación de las fuerzas norteamericanas en las operaciones policiales que provocaron el pasado enero la muerte de más de 44 efectivos de seguridad filipinos.
En 25 de enero de 2015, un tiroteo de 12 horas entre la policía nacional y los miembros de dos grupos insurgentes identificados como el Frente Moro de Liberación Nacional (FMLN) y los Luchadores de la Libertad Bangsamoro (BIFF, en inglés) cobró la vida de 44 policías, 18 miembros del FMLN y cinco de BIFF.
El objetivo de la operación policial en la localidad de Mamasapano, en la provincia sureña de Maguindanao, fue centrado en capturar y matar a dos hombres encontrados en la llamada lista de los “terroristas más buscados” de la Casa Blanca.
Los hombres, Abdul Basit Usman y Zulkifi bin Hir, vivían en las comunidades agrícolas sureñas del país asiático. Hir fue asesinado en la operación, pero Usman escapó.
Ambos países han materializado una estrecha cooperación militar. Más de 10 mil soldados estadounidenses y filipinos han lanzado unas maniobras de 10 días de duración desde el 20 de abril.

Los ejercicios militares de este año coincidieron con la intensificación de las tensiones entre China y Filipinas sobre las disputas marítimas y territoriales en los recientes meses. Los dos países presentan reclamos sobre un número de las islas ubicadas en el Mar de la China Meridional.
Pekín reivindica la soberanía sobre casi todo el Mar de la China Meridional, cual es también reclamada por Filipinas, Brunéi, Vietnam, Malasia y Taiwán.
De acuerdo con los analistas, EE.UU. trata de reforzar su presencia en la región con el fin de asediar China y tomar el pleno control del disputado mar.
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