Publicada: viernes, 17 de octubre de 2025 15:04

La reciente visita de Ali Lariyani, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, a Moscú para reunirse con el presidente Vladímir Putin ha captado la atención de la comunidad internacional y de expertos en geopolítica.

Por Xavier Villar

Este encuentro, lejos de ser una mera formalidad protocolaria, se inscribe en un momento de alta tensión regional y global, marcado por conflictos en Oriente Medio, transformaciones en el orden mundial y maniobras estratégicas destinadas a configurar el nuevo tablero global.

Los motivos y el alcance de la visita de Lariyani siguen siendo objeto de especulación, debido a la reserva oficial y a las diversas interpretaciones posibles en un contexto de gran sensibilidad diplomática.

Un viaje estratégicamente oportuno: contrarrestar presiones y asegurar alianzas

Un elemento clave para entender la visita de Ali Lariyani a Moscú es la conversación telefónica confirmada entre Vladímir Putin y Benjamín Netanyahu el 6 de octubre. Según la prensa y fuentes oficiales rusas, Netanyahu aseguró a Putin que Israel no busca un enfrentamiento directo con Irán y que prefiere abordar cualquier tensión mediante canales diplomáticos. Poco después, un asesor del Kremlin se reunió con el embajador iraní en Moscú para transmitir formalmente el contenido de la llamada.

Se cree que, durante esa llamada, Netanyahu intentó frenar o limitar la creciente cooperación militar entre Rusia e Irán. El viaje de Lariyani parecería estar diseñado, en buena medida, para contrarrestar esos esfuerzos y elevar la cooperación Teherán-Moscú a un nivel más estratégico y completo.

Además, algunos analistas sostienen que la visita busca reforzar la coordinación bilateral en defensa, seguridad y economía, proyectando a Irán como un socio soberano capaz de gestionar relaciones complejas con potencias externas.

Paralelamente, Putin ha subrayado en diversos foros regionales que la cuestión nuclear iraní solo puede resolverse mediante diálogo y diplomacia, y ha reiterado que Rusia mantiene un contacto estrecho con Teherán para explorar soluciones consensuadas y retomar la cooperación constructiva con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).

La coincidencia de la visita con informaciones sobre contratos de defensa —como la supuesta adquisición por parte de Irán de cazas Su-35 por 6000 millones de dólares— refuerza la percepción de que Teherán busca equilibrar su influencia regional mediante una combinación de diplomacia estratégica y fortalecimiento militar.

En última instancia, aunque los detalles precisos de la visita no han sido confirmados, Lariyani podría estar persiguiendo tres objetivos simultáneos: reafirmar la alianza con Moscú, enviar señales de independencia frente a presiones externas y proyectar estabilidad y protagonismo estratégico en un entorno internacional cada vez más complejo y multipolar.

El trasfondo histórico y la madurez de la alianza

Desde la disolución de la Unión Soviética, la relación entre Moscú y Teherán ha evolucionado de un vínculo pragmático a una alianza estratégica, cimentada en intereses compartidos y en la defensa de su soberanía frente a presiones externas. Si bien en el pasado surgieron tensiones y competencias regionales, especialmente en el Cáucaso y Asia Central, las últimas décadas han visto un fortalecimiento notable de la cooperación, que incluye ejercicios militares conjuntos, intercambio de inteligencia y colaboración en desarrollo tecnológico.

Esta alianza se refleja tanto en acuerdos formales como en una afinidad política basada en la resistencia mutua frente a sanciones y aislamiento internacional. La consolidación de este vínculo ha permitido a ambos actores proyectar influencia de manera más sólida en Eurasia y Asia Occidental, posicionándolos como protagonistas clave en la geopolítica regional y global.

El tratado estratégico integral: un nuevo capítulo en la alianza

En enero de 2025, Irán y Rusia dieron un paso significativo en su relación con la firma de un tratado estratégico integral, compuesto por más de cuarenta cláusulas que abarcan defensa, energía, tecnología, economía y cultura. Este acuerdo, con una vigencia inicial de veinte años y renovaciones automáticas cada cinco, no solo formaliza la cooperación bilateral, sino que refleja la consolidación de décadas de acercamiento y confianza mutua.

Más allá de lo jurídico, el tratado se traduce en acciones concretas: impulso al comercio en monedas nacionales, desarrollo de proyectos energéticos —con especial énfasis en energía nuclear de bajo consumo— y colaboración en seguridad cibernética y lucha contra amenazas transnacionales. Cada iniciativa está diseñada para reforzar la influencia regional de Irán y su capacidad de actuar como un actor estratégico en Eurasia y Oriente Medio, proyectando liderazgo mientras fortalece vínculos con un aliado histórico.

Este acuerdo simboliza, en palabras más amplias, la madurez de una alianza que ha evolucionado desde la pragmática cooperación postsoviética hasta una relación estratégica robusta, capaz de resistir presiones externas y promover intereses comunes en un entorno global complejo y en constante cambio.

Contexto geopolítico actual y coordinación necesaria

La visita de Lariyani se produce en un escenario global marcado por la incertidumbre y la volatilidad: la guerra en Ucrania, la crisis humanitaria en Gaza y las demandas de estabilidad en el Cáucaso obligan a Moscú y Teherán a mantener una coordinación estrecha y estratégica. En este contexto, ambos países buscan proyectar un frente común, consolidar su influencia regional y fortalecer su posición en la arena internacional frente a dinámicas de presión externa.

Para Rusia, la alianza con Irán representa un componente clave de su visión de un orden mundial multipolar, en el que las grandes potencias emergentes pueden equilibrar la hegemonía occidental. Desde la perspectiva iraní, la cooperación con Moscú permite avanzar en sus objetivos de seguridad, desarrollo económico y proyección regional, preservando al mismo tiempo su soberanía y capacidad de decisión independiente.

El encuentro entre los líderes y representantes de ambos países no solo refuerza la coordinación en política exterior, defensa y seguridad, sino que también sienta las bases para una cooperación más amplia en energía, tecnología y comercio. En conjunto, estas acciones reflejan la intención de Irán de consolidar su papel como un actor estratégico imprescindible, capaz de influir en los equilibrios geopolíticos globales mientras fortalece su alianza con Rusia en un mundo cada vez más multipolar y complejo.

Reacciones regionales e implicaciones internacionales

La consolidación de la alianza entre Irán y Rusia ha generado reacciones diversas en el ámbito regional e internacional. Israel y varios países occidentales observan con preocupación este fortalecimiento de vínculos, interpretándolo como un posible cambio en el equilibrio de poder en Oriente Medio y Eurasia, así como un desafío a las políticas tradicionales de influencia occidental. La capacidad conjunta de ambos países en defensa, energía y comercio es vista por algunos analistas como un factor que podría modificar las dinámicas de seguridad y competencia en varias regiones críticas.

No obstante, en Irán la relación con Moscú se percibe como un elemento esencial para garantizar la independencia política y económica, al mismo tiempo que permite proyectar su influencia de manera más eficaz en un contexto global cada vez más multipolar. Desde la perspectiva iraní, la alianza no se limita a un enfoque militar o económico: se trata de un eje estratégico que refuerza la soberanía nacional, abre nuevas oportunidades comerciales y tecnológicas, y fortalece la posición de Irán en la definición de agendas regionales y globales.

Las autoridades iraníes destacan que este acercamiento refleja una tendencia hacia un orden internacional más plural, donde la distribución del poder no dependa exclusivamente de la supremacía occidental. Este escenario multipolar, según su visión, ofrece espacio para que actores como Irán puedan desempeñar un papel decisivo en la configuración de la política internacional, promoviendo estabilidad y equilibrios más equilibrados. La alianza con Rusia, en este sentido, no solo proyecta poder, sino que también envía un mensaje claro sobre la capacidad de Irán de actuar como un actor estratégico independiente, capaz de influir en conflictos regionales, iniciativas diplomáticas y procesos económicos a gran escala.

En suma, la consolidación de este eje estratégico marca un punto de inflexión en la política internacional contemporánea: desafía estructuras tradicionales de poder, refuerza la autonomía de actores clave y plantea un entorno donde las decisiones de Irán tienen repercusiones directas en la estabilidad regional y en la dinámica global de poder.

Perspectivas futuras: hacia un equilibrio sostenible

La República Islámica de Irán considera que la alianza con Rusia representa un proyecto estratégico de largo alcance, capaz de redefinir la geopolítica de las próximas décadas. El tratado estratégico funciona como la piedra angular de esta relación, estableciendo un marco sólido para una cooperación amplia y estructurada en defensa, energía, tecnología, economía y cultura.

La visita de Lariyani a Moscú subraya la intención de fortalecer esta alianza y profundizar la coordinación bilateral. Desde la perspectiva iraní, estas acciones no solo refuerzan la cooperación formal, sino que proyectan estabilidad, consolidan la influencia regional y amplían el papel de Irán en la reconfiguración del orden global.

Según la visión oficial de la República Islámica, esta cooperación contribuye a un equilibrio más sostenible, basado en la soberanía y la colaboración mutua, desafía la hegemonía tradicional y abre nuevas oportunidades de desarrollo político, económico y tecnológico. La alianza fortalece la posición internacional de Irán y promueve un escenario regional más equilibrado, en el que Teherán desempeña un papel cada vez más relevante en la definición de los procesos estratégicos globales.